viernes, 19 de abril de 2024
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La Trinidad se refleja en la Creación, en la Estética del Orden del Universo

Redacción (Jueves, 24-08-2017, Gaudium Press) Hemos algo explorado en notas anteriores, de la mano de Santo Tomás, en el misterio de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo y un solo Dios verdadero.

Hemos visto que las Personas trinitarias son las relaciones reales opuestas al interior de la divinidad, pero de una oposición que no es absoluta, puesto que el Entendimiento divino (que genera la procesión generativa y por tanto la relación ‘Padre’ y la relación ‘Hijo’) no es diferente de la Esencia divina; y la Voluntad divina (que genera la procesión espirativa y por tanto la relación ‘Amores espiradores’ y la relación Amor espirado ‘Espíritu Santo’) tampoco es diferente de la Esencia divina, y por ello hablamos de tres Personas pero un solo Dios, una sola Esencia divina.

Es decir el Hijo no es el Padre en cuanto relación, pero sí en cuanto Dios – Esencia divina. Misterio: Tres Personas, distintas en cuanto a la relación, pero iguales como Dios, un solo Dios, no tres Dioses.

Esa es la realidad, que tiene la mayor repercusión a todo nivel.

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La unidad en la variedad en un bello atardecer, reflejo de la Trinidad

Por ejemplo, en la Creación.

Todos los seres son seres por participación, participación del Ser divino. Dice Santo Tomás en el Proemio al Comentario del Evangelio de San Juan, que «todo aquello que es por participación se reduce a lo que es por esencia como a lo primero y sumo, lo mismo que todo lo encendido por participación se reduce al fuego que es tal por esencia. Como todas las cosas que son participan del ser, y son entes por participación, es necesario que haya algo en el vértice de todas las cosas que sea por esencia su mismo ser, esto es, que su esencia sea su ser; y éste es Dios, que es la suficientísima y dignísima y perfectísima causa de todo el ser, del que todas las cosas que son participan el ser».

Pero el Ser divino es trinitario, por tanto la participación ontológica de la creación es una participación que podemos también calificar de trinitaria. Los seres participan del Ser Trinitario Divino.

Es claro que los seres visibles que más reflejan a Dios son los hombres, siendo la principal razón de esta semejanza el que tenemos entendimiento y voluntad, como el Dios Trinitario, que tiene Entendimiento y Voluntad, los cuales escribimos en mayúsculas porque ellos se identifican con la Esencia Divina, es decir con Dios.

Así, podemos decir que cuando el hombre entiende y ama, ya está siendo reflejo de la Trinidad, incluso desde la mera óptica ontológica. Es claro que el entendimiento divino es purísimo, lo mismo que el amor, por ello cuanto más puro el amor del hombre al bien y a la verdad el hombre es más reflejo de la Trinidad.

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Óleo Doble Trinidad y Jardín Místico – Barroco Cuzqueño S. XVII

Decimos que es toda la creación la que debe reflejar no solo a Dios Uno, sino también a Dios Trino. Por ejemplo, si pensamos en el principio básico de la estética, la unidad en la diversidad, es ese claramente un reflejo trinitario. Lo que es bello es uno y es variado, tiene diversos elementos que forman entretanto una unidad, los elementos se juntan y componen un conjunto armónico, como podemos decir análogamente de Dios, que es Uno y Trino. Y así los atardeceres, el mar, un rostro, etc.

Pero también -y es solo por poner ejemplos que se pueden suceder hasta el cuasi infinito-, podemos ver reflejada la Trinidad en la familia, con los hijos fruto del amor que debe ser puro y generoso entre padre y madre, como purísimo es el amor entre Dios Padre y Dios Hijo. De hecho, a Jesús, María y José se le ha llamado Segunda Trinidad, reflejo arquetípico de la Trinidad Santísima, y modelo al cual se deben conformar todas las familias de toda la historia.

Y así por delante. Ciertamente Dios Trino se refleja de muchísimas formas en la realidad creada, de formas algunas no tan evidentes para nuestra débil mente humana (por ejemplo en la historia, en el surgimiento de civilizaciones, en el movimiento de los astros, etc.); pero nos compete, como acto de religión, ir buscando estos reflejos para ir conociendo y amando a Dios, Uno y Trino.

Por Saúl Castiblanco

 

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