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La historia de cómo la Virgen salvó de morir congelado a futuro sacerdote en Kazajistán

Almaty (Lunes, 04-09-2017, Gaudium Press) Monseñor José Luis Mumbiela, Obispo de Santísima Trinidad en Almaty, Kazajistán, relató para el boletín de la Fundación Centro Académico Romano la historia del P. Vadim Bielakapitof, sacerdote nacido lo que era en ese entonces la Unión Soviética, en la cual tuvo un papel protagónico la Santísima Virgen María, quien lo salvó de morir congelado en una tormenta de nieve tras su conversión al catolicismo.

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Nuestra Señora de las Nieves. Foto: Gimecant

En medio de una sociedad contraria a la religión, tuvo un primer contacto con la fe a la edad de 12 años, cuando un anuncio en un periódico ofreció biblias gratis a quienes respondieran. Su madre solicitó un ejemplar, que fue esperado con ansias pero resultó estar escrito en alemán. Para poder leerla, Bielakapitof buscó a un sacerdote en el pueblo vecino, el P. Lorenz Gabold – quien al llegar a la edad de retiro en Berlín se trasladó a Kazajistán para atender a los creyentes desterrados -, y caminó los cinco kilómetros de ida y regreso necesarios para asistir a clases de alemán y poder leer la Biblia a su familia.

«Con el tiempo, el muchacho pasó de la letra al espíritu y pidió el Bautismo, llegando a ser miembro del coro y ayudante del sacerdote», relató el prelado, según informó Alfa Y Omega. En una Víspera de Navidad, el joven Vadim se arriesgó a recorrer el trayecto en medio de la nieve para participar en la Eucaristía, pero al regreso una tormenta de nieve le sorprendió en el camino con temperaturas de hasta 35 grados centígrados bajo cero. «Iba notando el gélido frío, las fuerzas le faltaban, la nieve era cada vez más intensa», relató Mons. Mumbiela. «Pensó en la muerte y en su padre. Pero con el recuerdo de la noche de Navidad, empezó a rezar a la Madre del Niño que fue a adorar, a la Señora de las Nieves».

De manera providencial, un vehículo militar pasó por ese camino y uno de los soldados identificó algo de color rojo que se movía entre la nieve. Al aproximarse descubrieron al joven quien perdió el conocimiento al saberse rescatado, no sin antes saludar a los soldados: «Hoy es Navidad. ¡Que Dios los bendiga! Feliz Navidad». Dos años después de su rescate, pudo ingresar en el preseminario de Karaganda, de donde fue enviado a completar su formación en San Petersburgo. El día de su ordenación recibió un cáliz como obsequio póstumo del P. Lorenz, quien había fallecido nueve años atrás.

Con información de Alfa y Omega.

 

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