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El niño del "secreto" del dogma de la Asunción

Madrid (Jueves, 12-10-2017, Gaudium Press) Esta es la historia resumida, no muy conocida en el mundo de lengua española, de Gilles Bouhours, el niño que le llevó al Papa un mensaje confirmatorio de la Asunción de la Virgen.

Gilles nace en Francia el 27 de noviembre de 1944, día ese de la Medalla Milagrosa, y antes de cumplir el año ya sufría de meningitis y encefalitis, enfermedades de alta mortalidad por entonces. Sin embargo Dios preserva a los suyos, y una religiosa de las Hermanitas de los Pobres prescribe a los padres que colocaran bajo la almohada del niño una estampa y una reliquia de Santa Teresita del Niño Jesús.

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La Santa de la Pequeña Vía hizo su obra. Después de tres noches de agravamiento del niño, y vencidos por el sueño, los padres despertaron y vieron que Gilles respiraba normalmente, no tenía fiebre y «un enrojecimiento en forma de T era visible en cada mejilla», según escribió después su padre Gabriel Bouhours. Gilles estaba destinado a una misión muy especial.

Sus biógrafos relatan que el 30 de septiembre de 1947, Gilles presencia la primera aparición de Nuestra Señora. «La Santísima Virgen tenía un vestido blanco, la cabeza cubierta con un velo amarillo», describió el niño.

Una nueva visión, el 15 de agosto de 1948, es relatada detalladamente por Gilles: «Veo como un gran botón (la tierra) y por encima, una gran bestia, como un lagarto con cola grande y piernas grandes. No muy lejos, veo como un caballero con plumas en la espalda». Gilles había visto a San Miguel Arcángel y al demonio. Pero también, en esta ocasión a la Virgen, «vestida de azul pero sin velo», quien le indicó que se uniera a la procesión organizada por los peregrinos de Espis y cantara: «Con nosotros está la Reina». Las apariciones de la virgen se sucederían en la corta vida de Gilles, motivándolo a la oración y a la devoción al Arcángel Príncipe de la Milicia Celestial.

El secreto que debía ser dicho al Papa

El 13 de diciembre Gilles le dijo a su padre que la Virgen Bendita le había confiado un secreto que solo debía ser revelado al Papa, en la época Pío XII. Pensemos en un chico de solo cuatro años de edad que le dice a su padre que debían atravesar los Alpes e ir hasta la Ciudad Eterna, por lo que no encontraremos extraña la incredulidad del papá.

El padre le dice al niño que le trasmita a Nuestra Señora que él no tenía dinero para emprender el camino, pero recibió como respuesta algo sorprendente, cuando el niño le dice: «La Santísima Virgen María me ha dicho que sí tienes dinero para el viaje y no te preocupes por lo demás, todo se solucionará».

Parten pues para Roma, aunque las vías de Dios con mucha frecuencia no son rectilíneas. Se hospedan en un Colegio Mayor donde no les cobran. Obtienen audiencia para el día 12 de diciembre de 1949, pero cuando el niño percibe que la audiencia no es privada sino que habían más personas, se niega a trasmitir el «secreto».

Contrariado, el padre regresa con Gilles a Francia, pero finalmente regresan el 1 de mayo de 1950 junto a Pío XII, y en la audiencia el niño pide quedarse a sola con él, que es cuando le comunica el mensaje: «La Santísima Virgen María no está muerta, ella ascendió al cielo con su cuerpo y alma». La emoción del Papa fue visible. El Pontífice había pedido una señal del cielo pidiendo la confirmación de la veracidad del dogma que quería proclamar. Pocos meses después, en la constitución apostólica Munificentissimus Deus, Pío XII proclamaba que la Santísima Virgen había ascendido en alma pero también en cuerpo al reino celestial.

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Cerca de 10 años después, y después de llevar una virtuosa vida, Gilles Bouhours fallecía tras un deterioro no explicable pero real. Recibió la unción de los enfermos, la confesión y la comunión. En su tumba, de la aldea Selhan, en el Alto Garona – Montréjeau, se pueden leer algunas de sus palabras: «Amad a Dios y a la Santísima Virgen. Ofrecedles todos vuestros sufrimientos. Y así recobraréis la paz del alma. Gilles».

Con información de Portaluz y ReligionenLibertad

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