martes, 19 de marzo de 2024
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Beatificados 109 mártires en España, entre ellos, un Mártir de la Castidad

Barcelona (Sábado, 21-10-2017, Gaudium Press) El Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió en Barcelona, España, la ceremonia de beatificación de 109 mártires claretianos muertos durante la persecución religiosa de la Guerra Civil. El purpurado destacó el valiente testimonio de los religiosos ante el intento de dominación a través del terror. La persecución «fue una virulenta epidemia de muerte y destrucción que dejó tras de sí miles y miles de víctimas indefensas e inocentes», indicó el purpurado. «Sin embargo hizo emerger el coraje de miles de mártires, hombres y mujeres cuya sangre se ha convertido en la savia del dinamismo de la Iglesia española actual».

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Cardenal Angelo Amato en el templo de la Sagrada Familia en Barcelona, España, durante la beatificación de los 109 mártires. Foto: Misioneros Claretianos – Ramon Ripoll

«Frente al diabólico tsunami de la persecución, los 109 religiosos claretianos reaccionaron con la eficaz arma de la caridad y del perdón», expresó el Card. Amato. «Para aquellos que querían aniquilar la presencia cristiana en España, los mártires respondieron perdonando, orando y gritando: ‘no tenemos miedo'». El martirio y su fruto espiritual son testimonio del bien que vence al mal y una invitación a la fidelidad a la identidad cristiana, constituyendo una «semilla de un cristianismo más fuerte y más consciente de la Verdad del Evangelio».

En medio de los 109 Mártires se encuentra el Beato Fernando Saperas, conocido como «mártir de la castidad». Este religioso sufrió especiales tormentos a causa de su fidelidad al voto de castidad, que valoraba especialmente por su virginidad. Bajo la persecución tuvo que hacerse pasar por jornalero, pero lo evidenciaban su constante preocupación por el respeto de la virtud y sus consejos a los habitantes. Finalmente fue denunciado y apresado por milicianos en el pueblo de Montpalau.

Durante su cautiverio, los milicianos se empeñaron en hacerlo faltar a la castidad al darse cuenta que era un tema de gran sensibilidad para el religioso, ya que ante las solas menciones de temas inmorales el religiosos respondía: «Matadme si queréis, pero no habléis de esas cosas». Los captores lo sometieron a todo tipo de tentaciones y violencias para intentar que cayera sin éxito alguno, obteniendo por respuesta a cada tormento: «¡Virgen soy, y virgen moriré!». Finalmente los milicianos desistieron de su propósito y lo fusilaron en un cementerio, mientras el Beato proclamaba que los perdonaba y lanzaba su último grito: «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la religión!».

Con información de Alfa y Omega.

 

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