jueves, 18 de abril de 2024
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Obispo español publica Carta Pastoral sobre la digna recepción de la Sagrada Comunión

Jaén (Jueves, 11-01-2018, Gaudium Press) El Obispo de Jaén, España, Mons. Amadeo Rodríguez Magro, publicó una Carta pastoral bajo el título de «El Cuerpo de Cristo, una reflexión de vuestro Obispo, sobre cómo recibir la comunión», en la cual detalla algunas indicaciones sobre el respeto debido y la preparación espiritual necesaria para recibir con fruto el Sacramento de la Eucaristía. «Cuidemos con mucho esmero la comunión», recomendó el prelado, «nos va mucho en cada oportunidad que tengamos de recibir a Jesús: nos va la fortaleza, la autenticidad, la radicalidad de todos los demás aspectos de nuestra vida cristiana».

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La Sagrada Comunión requiere de los fieles una debida preparación espiritual y una verdadera conciencia sobre la sacralidad del Cuerpo de Cristo. Foto: Dimitri Conejo Sanz.

El Obispo indicó que esta carta corresponde a un deseo suyo de hace tiempo, fruto de sus observaciones sobre la manera como los fieles reciben la Eucaristía, que en el común de los creyentes de su diócesis es «muy bueno» y expresa «el sentido de adoración que se manifiesta en el momento de la Consagración». Desafortunadamente, el prelado manifestó su disgusto por la actitud de otros quienes no parecen comprender debidamente el acto en el cual toman parte: » No sé que sucede, pero, llegado ese momento de la Comunión, hay una especie de desconcierto en el Templo, con lo que se da la impresión de que algunos de los presentes no son conscientes de lo que está sucediendo en ellos, para ellos y también para todos los que participan en la Misa».

«En lo que se refiere al modo de comulgar, sin que me atreva a juzgar las actitudes interiores, en el modo de poner sus manos o su boca se refleja que aparentemente no valoran adecuadamente la presencia real y sacramental de Jesús en el Pan Eucarístico», se lamentó Mons. Rodríguez Magro. «Es evidente que lo que importan son las actitudes espirituales que adoptamos; pero las formas son también importantes y hay que orientarlas; sobre todo cuando perciben hábitos muy poco correctos y además da la impresión de que muy arraigados. Para tratar al Señor hemos de poner lo mejor de nosotros mismos».

Recomendaciones para una Comunión bien recibida

El Obispo recomendó participar adecuadamente en los ritos de preparación que realiza el sacerdote y educan sobre la sacralidad del Cuerpo de Cristo. «El sacerdote se prepara interiormente con una oración íntima que ya es una invitación a toda la asamblea a ponerse en actitud de espera del Cuerpo y la Sangre del Señor que se va a recibir», expuso. «La actitud que habría que cuidar en la preparación para comulgar debería de ser la gratitud por el don que el Señor nos regala; es Él quien viene a nosotros. Y con la gratitud el deseo profundo de recibirlo en nuestra vida».

«Una vez que el sacerdote comulga, enseguida invita a los fieles a participar en el banquete eucarístico con una fórmula que es anuncio de una buena noticia: se nos invita a participar en las bodas del Cordero, a pregustar en la comunión la vida eterna», continuó el prelado. «Al comer el Cordero Pascual, éste entra en nosotros en un acto de amor y nos hace uno con Él, al tiempo que nos une entre nosotros como Iglesia. De ahí que cuando el sacerdote al darnos la comunión nos dice ‘el Cuerpo de Cristo’, nosotros respondemos ‘amén’, le estamos diciendo: ‘Sí quiero, acepto, deseo que unas tu vida a la mía’. Jesús transforma nuestra pequeña y débil vida en su misma vida divina. Es por eso que, ante la presentación del Pan Eucarístico como el Cordero de Dios, nosotros respondemos con una profunda humildad: ‘Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme’. Todo esto es evidentemente tan sublime que, o se toma en serio o corremos el peligro de banalizar lo que, por gracia de Dios, enriquece y renueva nuestra vida».

Mons. Rodríguez recomendó una actitud de silencio y contemplación tras recibir el Cuerpo de Cristo, para poder dialogar con Dios. «Ese momento es la gran oportunidad para un encuentro que fortalezca nuestra fe, nos arraigue en la oración y nos oriente en nuestra misión, la que hemos de realizar tras alimentarnos de la Eucaristía», explicó. «Sin embargo, por el tono revoltoso o distraído que se nota en el ambiente, es evidente que eso en algunos casos no está sucediendo». El prelado lamentó que para algunos fieles la Comunión signifique el final de la Misa y pidió hacer una mayor catequesis para que aprendan a aprovechar las excepcionales condiciones de haber recibido la Sagrada Comunión.

El Obispo animó a hacer un tiempo de silencio más prolongado después de la Comunión, emplear cantos que ayuden al clima de adoración y contemplación y no extenderlos durante el tiempo de acción de gracias. «Si se canta, los cantos tanto en el tono de la música y, sobre todo, en la letra han de invitar a la oración. Todas las canciones de la Comunión deberían de ser eucarísticas y orantes», indicó Mons. Rodríguez. «El ritmo o la letra de algunas rompe con demasiada frecuencia el tono espiritual que ese momento debe de tener y alteran la necesidad de oración que tiene la asamblea». A quienes no pueden recibir la Sagrada Comunión, el prelado indicó que el «tono espiritual ha de ser el mismo que para los que comulgan; también ese momento de la celebración de Eucaristía es tiempo de oración y de intimidad con Jesús Sacramentado, si bien su comunión es ‘espiritual'».

«Por eso es tan necesario que los que comulgan den ejemplo de lo maravilloso e importante que es recibir a Jesús sacramentalmente. ¿Cómo van a desear recibirle los que no pueden, si los que comulgan le tratan con tanto descuido? ¿Cómo van a tener pudor de recibirle los que no pueden, si los que los lo hacen se acercan a comulgar tan a la ligera?», cuestionó el Obispo. «Como veis, he utilizado un tono sencillo y espero que claro para intentar orientar mejor lo que deberíamos hacer y cómo hacerlo. Me gustaría que todos os quedéis con esto: cuidemos con mucho esmero la comunión, nos va mucho en cada oportunidad que tengamos de recibir a Jesús: nos va la fortaleza, la autenticidad, la radicalidad de todos los demás aspectos de nuestra vida cristiana. Los santos siempre entendieron que todos hemos de recorrer un camino: de la Eucaristía a los pobres y de los pobres a la Eucaristía».

Con información de Diocesis de Jaén.

 

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