viernes, 29 de marzo de 2024
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"La sed de lágrimas que debemos aprender": sexta meditación del Retiro del Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 22-02-2018, Gaudium Press) El Papa Francisco y sus colaboradores de la Curia Romana continúan en la ciudad de Ariccia, localizada al sur de Roma con los Ejercicios Espirituales de la Cuaresma. Su recogimiento va hasta sábado, 24 de febrero.

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En la mañana de este miércoles (21/02), el predicador, P. Tolentino Mendonça, propuso una meditación a la cual él dio el título de «Las lágrimas que hablan de una sed». Para esta meditación, el sacerdote se inspiró en la presencia femenina en el Evangelio.

Las mujeres en el Evangelio

El predicador portugués quiso resaltar que en la narración evangélica, los gestos son casi siempre el modo de las mujeres expresarse.
Son ellas las que se dedican al servicio, no compiten por el liderazgo; están ‘con’ Jesús y hacen de su destino el propio destino de Jesús. Las mujeres hacen aquello que en la gramática del Salvador es el verbo más noble: ellas ‘sirven’.

Ellas, «con este lenguaje, evangelizan con el modo de los periféricos, de los simples, de los últimos»

Las lágrimas son sed

Analizando el Evangelio de Lucas, se percibe que uno de los elementos que une los personajes femeninos son las lágrimas: todas ellas lloran.

El Padre Tolentino explica que es así que ellas expresan emociones, conflictos, alegrías, soledad o heridas.

Y él recuerda que Nuestro Señor Jesucristo también llora:

Él asumió la naturaleza humana y así asume nuestra condición y todas las lágrimas del mundo.

Para el predicador del retiro del Papa, las lágrimas explican nuestra sed de vida, de deseo; de relación. Son la línea divisoria que distingue los seres que saben todo de los seres que no saben nada:

Ellas son aquello que puede tornarnos santos después de humanos.

Las lágrimas de una anónima

El Evangelio de Lucas presenta una mujer que llora y enseña a llorar: una intrusa, discípula anónima que sigue al Maestro confiada que Él la protegerá.

Ella aparece sin ser invitada, unge y llora a los pies de Jesús. No tuvo miedo, pero sus lágrimas ‘contaban su historia’.
Nuestro llanto no revela apenas la intensidad de nuestro dolor, sino la naturaleza de nuestra sensibilidad pues llorando, nos dirigimos siempre a alguien. Es la sed del prójimo que nos lleva a llorar.

Así, afirma el predicador pontificio, «Las lágrimas suplican la presencia de un amigo capaz de acoger nuestra intimidad sin palabras y abrazar nuestra vida, sin juzgar».

El Padre Tolentino destaca que el llanto de la mujer anónima, intrusa, era un ‘diluvio’: ella bañó los pies de Jesús, los secó con los cabellos, los besó y perfumó». En una palabra, ‘tocó’ a Jesús.

«Como sacerdotes, muchas veces tomamos distancia de la religiosidad popular que se expresa con lágrimas y afectividad, considerándola una forma de devoción ‘primitiva’; o a veces ni la notamos»:

«Es difícil percibir la religión de los simples, basada en gestos y no en ideas. La religión de los pastores puede ser perfecta en términos formales, teológicamente impecable, pero es ascética, impersonal, actuada con eficiencia… pero, no conmueve, no llega a las lágrimas… va con el, digamos, ‘piloto automático'», subraya el sacerdote portugués.

Para concluir, el predicador del retiro de Cuaresma del Papa afirmó:

«Se repite con nosotros lo que ocurrió con el fariseo: invitamos a Jesús a entrar en nuestra casa, pero no estamos disponibles a celebrar con Él aquella forma radical de hospitalidad que es el amor». (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)

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