jueves, 28 de marzo de 2024
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Como dar testimonio cristiano siendo sal y luz en el día a día, enseña el Papa

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 13-06-2018, Gaudium Press) Para el Papa Francisco, el testimonio simple y cotidiano para el cual el cristiano es llamado es ser sal y luz para los otros, sin atribuirse los méritos a sí mismo.

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Estas palabras pueden ser también el resumen del pensamiento que Francisco expresó en la homilía de la Misa celebrada ayer martes, 12 de junio, en la Capilla de la Casa Santa Marta.

Testimonio Simple, Habitual, Humilde

El Papa recordó que el mayor testimonio del cristiano es dar la vida como hizo Jesús, o sea, es el martirio.

Pero, ponderó, él, existe también otro testimonio: es el testimonio habitual, simple, realizado todos los días y que comienza por la mañana cuando se despierta, y termina a la noche, cuando se va dormir. A este acto heroico de virtud nosotros podemos designar como siendo «el simple testimonio habitual».

Esto puede parecer poco, dijo el Papa, pero el Señor «con poco hace milagros, hace maravillas».

Entonces, Francisco aconseja que es preciso tener una actitud de «humildad», que consiste en intentar ser solamente sal y luz, sin pretensiones de atribuir a sí cualquier mérito:

Ser «sal para los otros, luz para los otros, porque la sal no da sabor a sí mismo, siempre al servicio. La luz no se ilumina a sí misma, siempre a servicio.

Sal para los otros. Poca sal que ayuda en las refecciones, pero poco.

En el supermercado, la sal no es vendida en toneladas, no… Son pequeños paquetes; y esto es suficiente.

Y después, la sal no se orgullece de sí misma porque ella no está al servicio de sí misma. Está siempre allí para ayudar a los otros: ayudar a preservar las cosas, a dar sabor a las cosas. Simple testimonio». Habitual.

Sin Mérito

Ser luz «para las personas, para ayudar en las horas de oscuridad», esto es ser cristiano de todos los días, incluso sin buscar mérito, explicó el Pontífice.

El Papa interpretó el Consejo Evangélico y la «posición de sal» a través de un diálogo imaginario:

El Señor nos dice así: «Usted es sal, usted es luz»

–«¡Ah, verdad! Señor, es así. Voy atraer tantas personas para la iglesia y haré…»

–«No, usted va hacer de modo que los otros vean y glorifiquen al Padre. Y no será atribuido a usted ningún mérito. Cuando comemos no decimos: ‘¡Ah, bueno la sal!’, ¡No!: ‘Bueno el fideo, bueno la carne, buena…’.

No decimos: ‘Que bueno la sal’ «.

A la noche, cuando vamos para casa, no decimos: «Que buena la luz», no.

Ignoramos la luz, pero vivimos con aquella luz que ilumina. Esta es una dimensión que hace que nosotros cristianos seamos anónimos en la vida.

Francisco además destacó que «No somos protagonistas de nuestros méritos», reiterando que no es preciso hacer como el fariseo, que agradece al Señor pensando ser santo:

«Y una bella oración para todos nosotros, al final del día, sería preguntarse: ‘¿Fui sal hoy? ¿Fui luz hoy?’. Esta es la santidad de todos los días. Que el Señor nos ayude a entender eso», concluyó el Papa. (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)

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