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El feto humano, desde su concepción, es ya un ser humano, afirma Cardenal Scherer

Redacción (Miércoles, 14-08-2018, Gaudium Press) En vista de las audiencias públicas promovidas por el Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño sobre el aborto, el Cardenal Odilo Pedro Scherer, Arzobispo de San Pablo, en artículo publicado en el Diario «El Estado de S. Paulo» (O Estado), afirma que el feto humano, desde su concepción, ya es un ser humano.

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«La ley que penaliza el aborto provocado está al servicio de un valor altísimo, que es la vida del niño por nacer, su primer y más fundamental derecho. Sé bien que existen diversas percepciones sobre el inicio de la vida humana. Pienso que el feto humano, desde su concepción, ya es un ser humano, sujeto de derechos. No consigo pensar que él se torne ‘humano’ apenas en una etapa posterior a su desarrollo en el útero de la madre», defiende.

Según el Cardenal Scherer, el embrión es humano, desde el primer instante de su gestación. «Si no lo fuese, no habría ley alguna, o Constitución de país ninguno, capaz de tornarlo ‘humano’, en un momento posterior. No es una concesión de la ley; es un hecho de la naturaleza, que precede a la propia legislación positiva».

«Se argumenta que el bebé en gestación todavía no sería sujeto de los mismos derechos de los ya nacidos y de los adultos, y eso es verdad. Mientras tanto, siendo ‘humano’, él ya tiene el derecho a la protección de los adultos y de leyes que le aseguren derechos proporcionales a su condición, como la salud, la protección contra la violencia y, sobre todo, el derecho a la vida. Es de la percepción más elemental de la condición humana que los adultos protejan y defiendan a los humanos más débiles e indefensos, como es el caso de los niños desde la más tierna joven edad», completa.

Para el arzobispo, «seria cínico y deshumano no reconocer la dignidad humana del niño por nacer y aprobar actitudes agresivas contra él, sobre todo la iniciativa de quitarle la vida».

¿El aborto debe seguir siendo castigado?

Continúa el Cardenal: «¿entonces el aborto debe continuar a ser tipificado como crimen en el Código Civil?», indaga. «Mi respuesta viene como una nueva pregunta: ¿existe algún modo de proteger y preservar el ‘valor’, que es la vida de los niños por nacer, sin que haya una ley expresa que lo establezca y que también prevea sanciones para quien, de modo directo o indirecto, provoca el aborto voluntariamente?».

Por último, el purpurado destaca que las cuestiones en relación a los derechos a la dignidad de la mujer pueden y deben ser resueltas sin suprimir la vida de los bebés que van a nacer.

«La maternidad no es enfermedad ni mancha para la dignidad de la mujer. Su libertad es preciosa, pero también está vinculada a la responsabilidad que le corresponde. El embarazo inesperado puede ser prevenido con medios adecuados, sobre todo con la educación y la información. La falta de condiciones económicas para criar a los hijos debe ser tratada con seriedad y la mujer que se torna madre tiene el derecho al apoyo de la sociedad para encaminar bien al hijo en la vida. Pero la injusta pobreza de muchos no puede ser argumento para eliminar al inocente e indefenso. Las cifras presumidas de abortos clandestinos y los costos de las complicaciones resultantes deben tener una solución que, honestamente, no podría ser la legalización de muertes de bebés todavía en el vientre de sus madres», finaliza Mons. Scherer. (LMI)

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