sábado, 20 de abril de 2024
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El ‘solanum tuberosum’: de América para el mundo

Bogotá (Martes, 17-VIII-2010, Gaudium Press) La patata, papa o solanum tuberosum llegó a Europa en el siglo XVI en un barco español proveniente de Suramérica. Casi todas las naciones indígenas de los andes la cultivaban en una variedad de especies sorprendente.

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Foto: Banger1977

Lo que los europeos asimilaron al principio como una trufa de regular calidad, bien pronto demostró que tenía personalidad suficiente para adaptarse a las nuevas tierras e incluso mejorarse, adquiriendo algo del refinamiento de la civilización cristiana de aquellos tiempos, a la que la humilde papa arribó sin mucha pretensión, pues consta en las crónicas que fue llevada más como una muestra de la botánica de las tierras recién descubiertas, que como un tubérculo alimenticio, aunque de hecho los españoles veían que los aborígenes la consumían, simplemente cocinada en agua o a medio asar.

Pero la papa, al sentirse acogida aunque fuese por curiosidad en tierras bendecidas por la gesta fundadora de la Iglesia, comenzó a dar lo mejor de si misma para llegar a convertirse en el acompañamiento más frecuente de finas carnes y tortillas, mezclarse con suculentos quesos para hacerse insuperable puré, vincularse con las mejores y más delicadas recetas culinarias, dejarse tratar en suflés, cremas, croquetas, guisos y frituras, e incluso permitir alambicarse para darle base novedosa al sabor de algunos whiskys y vodkas, que ni los más intuitivos chibchas de toda América presintieron.

Como era de esperarse, de la generosa Europa la papa salió para el mundo entero y ya casi no existe región del planeta que no la cultive, incluso en África. Hasta los japoneses la convirtieron en el etílico shochu.

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Foto: Su-lin

De la papa salen hoy almidones, papel, textiles, medicaciones y muchas otras cosas más, largo de enumerar. Por llevar nombre español se la conoce en casi todas partes e idiomas como patata y su equivalente, pero solamente en Francia ella adquirió tan alta patente que se la denomina ‘pomme de terre’ y -según noticias de estos días, es allá donde se produce la papa más fina del mundo llegando a costarle 500 euros un kilo a los mejores restaurantes, pues proviene de una isla de la Bretaña, regada con sangre de mártires y santos de las guerras de la Vandée que contestó a la Revolución Francesa, pero también abonada con saladas algas naturales de pleamar, que le dan un sabor característico y único: la famosa Labonnette de la isla Noirmoutire.

¿Y quien no acompaña hoy día un churrasco argentino o una hamburguesa americana con papas a la francesa?, deliciosos trozos alargados y fritos de papa dorada, tostada por fuera y suave por dentro, como solamente al fiel cocinero del rey de Francia se le ocurrió un día hacerle a su natural señor.

Por Antonio Borda

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