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Obispos norteamericanos aprueban declaración sobre el llamado "Suicidio Asistido por un médico"

Seattle (Viernes, 17-06-2011, Gaudium Press) En el día de ayer, la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos (Usccb) reunida en su plenaria de primavera en Seattle, aprobó por abrumadora mayoría (191-1) el documento «Vivir cada día con dignidad: Una declaración sobre el Suicidio asistido por un médico».

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Foto: Usccb

La declaración -que puede ser consultada en la página web de la Conferencia (http://www.usccb.org/toliveeachday/bishops-statement-physician-assisted-suicide.pdf)- inicia recordando que aunque el estado americano de Oregon aprobó una ley en 1994 permitiendo a los médicos prescribir drogas mortales a algunos pacientes, varias propuestas similares han sido rechazadas por cuerpos legislativos estatales y votantes de otros estados por varios años. Asimismo «la afirmación de un derecho constitucional al suicidio asistido fue firmemente rechazada en 1997 por la Corte Suprema de los EE.UU., que confirmó las leyes estatales en contra de la práctica como garantías legítimas de la vida humana inocente y la integridad ética de la medicina».

El documento

Tras expresar que muchas de las personas que procuran el suicidio ven coartada su libertad de opciones por afectaciones mentales como la depresión severa, la declaración de la Usccb afirma que las propuestas de legalización del suicidio asistido establecen una clase de personas cuyo suicidio podría ser facilitado más bien que prevenido, por lo que se termina favoreciendo su práctica.

De hecho «en países que han utilizado la idea de la autonomía personal para justificar el suicidio asistido voluntario y la eutanasia, los médicos han pasado a tomar la vida de adultos que nunca pidieron morir, y de recién nacidos que no tienen ninguna opción en la materia. Ellos han desarrollado su propio concepto de una ‘vida que no vale la pena vivir’ que poco tiene que ver con la elección del paciente. Los líderes del movimiento ‘ayuda a morir’ en nuestro país también han expresado su apoyo a acabar con la vida de personas que nunca pidieron la muerte, cuyas vidas ellos ven como sin sentido o como una carga costosa para la comunidad», expresan los prelados en el documento.

Según los obispos, la idea de ‘acto compasivo’ que ha sido propagada por los impulsores del suicidio asistido es también falsa. Al eliminar a la persona, y no el sufrimiento de la persona, también se causa sufrimiento a «aquellos que quedaron atrás -[como] familias en luto y amigos, y otras personas vulnerables que pueden ser influenciadas por este evento para ver la muerte como un escape». Por lo demás, los severos sufrimientos que pueden traer consigo las enfermedades crónicas o terminales reclaman una verdadera compasión, que consiste en un alivio del «sufrimiento, mientras se mantiene la solidaridad con quienes sufren».

«No poner drogas letales en sus manos y abandonarlos a sus impulsos suicidas, o [ceder a] los motivos egoístas de otros que los quieren muertos. Ayudar a las personas vulnerables con sus problemas en lugar de tratarlos como el problema» es la emotiva convocatoria que hace la Conferencia Episcopal americana en el documento.

«Tomar la vida en nombre de la compasión también invita a una pendiente resbaladiza hacia el fin de la vida de personas en condiciones no terminales», advierten también los obispos, teniendo en vista lo que ocurre en países como Holanda.

La «infinitamente mejor vía» para abordar los problemas de las personas con serias enfermedades es la que Juan Pablo II llamaba «la vía del amor y de la verdadera misericordia», que consiste en la «disposición de rodear a los pacientes con amor, apoyo y compañía, proporcionando la asistencia necesaria para aliviar su sufrimiento físico, emocional y espiritual».

Esta vía del amor puede resumirse en los «cuidados paliativos», administrados de acuerdo a criterios científicos, cuidados que pueden mejorar verdaderamente las condiciones de vida de una persona, y aliviar los temores y problemas que llevan a algunos a considerar con desesperación el suicidio.

«Los cuidados paliativos también permiten a los pacientes dedicar su atención al inacabado ‘asunto’ de sus vidas, para llegar a una sensación de paz con Dios, con sus seres queridos, y con ellos mismos». Por lo demás, «como cristianos, creemos incluso que el sufrimiento en sí no es sin sentido. Tal como el Papa Juan Pablo II demostró durante su última enfermedad, el sufrimiento asumido por amor puede acercarnos al misterio del sacrificio de Cristo para la salvación de los demás», dicen los obispos.

 

 

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