viernes, 29 de marzo de 2024
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Cardenal Arzobispo de San Pablo, Brasil: la Fe y la práctica del amor fraterno

San Pablo (Martes, 11-02-2014, Gaudium Press) «Mucho papel y tinta ya fueron empleados para discutir si la Iglesia debe ocuparse apenas de lo ‘espiritual’ o si también le cabe interesarse por las cuestiones más concretas, referentes a la vida del hombre en este mundo», afirmó el Arzobispo de San Pablo, Cardenal Mons. Odilo Pedro Scherer.

1.jpgSegún el Arzobispo -en su más reciente artículo, «la Iglesia de Cristo, en este mundo- está formada de personas e instituciones concretas, histórica y socialmente situadas, con las cuales ella ejerce su misión».

El Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La Alegría del Evangelio), explicó el purpurado, destaca que la evangelización tiene una clara dimensión social.

«De la adhesión a la Fe cristiana, cuando verdadera, viene un compromiso social amplio y la adoración de Dios implica necesariamente en el reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, amado y querido por Dios, así como en el esfuerzo en pro de la fraternidad y la justicia. Reconocer a Dios como creador y origen último de las criaturas, lleva al respeto por todas ellas».

Para el Cardenal, «nada es más antiguo y originario en el Cristianismo que los dos amores inseparables»: Dios y el prójimo, pues, desde los principios, los cristianos aprendieron que «la Fe sin las obras está muerta en sí misma»; y que «las obras de la Fe incluyen siempre la práctica del amor fraterno, la atención a los pobres, enfermos y desvalidos, sin exclusión de nadie».

La opción preferencial de la Iglesia por los pobres, prosiguió el Cardenal Scherer, «no tiene motivación ideológica, ni implica en la exclusión de los que no son pobres», pues ella posee origen e inspiración en el ejemplo y en las palabras de Nuestro Señor, debiendo ser traducida en acciones concretas de solidaridad para con los enfermos y todos los desheredados de los bienes de este mundo.

«La palabra del Papa Francisco, dirigida a los miembros de la Iglesia, lejos de ser triunfalista, es un llamado a la realidad y la actitud consciente; la ‘alegría del Evangelio’ es un bien para la comunidad humana entera, no pudiendo quedar retenida en el corazón de los fieles: ella es ‘buena nueva’ para todos. Para los pobres, en primer lugar», concluyó. (LMI)

De la redacción, con informaciones de la Arquidiócesis de San Pablo.

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