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Santos por amor

Belén – Pará (Lunes, 28-04-2014, Gaudium Press) El Arzobispo de Belén de Pará, Brasil, Mons. Alberto Taveira Corrêa, escribió recientemente un artículo donde resalta la importancia de los nuevos santos canonizados por el Papa Francisco este 27 de abril en Roma: San Juan Pablo II y San Juan XXIII.

«Este fin de semana, está toda la Iglesia, vestida de gala, que desea ofrecer al mundo entero la ropa de la alegría, llamada santidad, con la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, dos perlas de la corona de la Iglesia en nuestro tiempo, cuyos ejemplos son ofrecidos como referencia para la maravillosa aventura cristiana», dijo.

De acuerdo con Mons. Taveira, la figura de ambos papas representa a «dos contemporáneos, con los cuales muchos de nosotros compartieron diálogo y convivencia», pues sus modos de vivir están a nuestro alcance y sus palabras y enseñanzas resonaron por el mundo a través de los medios de comunicación de nuestra época, mostrando que la santidad es actual y posible.

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Juan XXIII, en su diario, «describió con simplicidad y profundidad su día a día, sus rutinas de oración y meditación, sus decisiones cotidianas de perdón, alegría, seriedad en el seguimiento de Nuestro Señor».

El prelado contó que Juan XXIII, en su diario, «describió con simplicidad y profundidad su día a día, sus rutinas de oración y meditación, sus decisiones cotidianas de perdón, alegría, seriedad en el seguimiento de Nuestro Señor», y Juan Pablo II, «que vivió en la infancia y la juventud capítulos dolorosos provocados por las ideologías y autoritarismos del siglo XX, condujo la Iglesia al cambio de milenio y nos brindó con la invitación a la santidad».

Mons. Taveira afirmó además que cuando Juan XXIII quedó al frente de la Iglesia, como sucesor del Papa Pío XII, «provocó en la Iglesia la oración y la preparación efectiva para lo que el propio Papa llamó la ‘nueva primavera’, deseando una nueva estación de apertura y diálogo con todas las realidades de nuestro tiempo».

«¡Los cinco años de pontificado valieron siglos! ‘Mater et Magistra’ y ‘Pacem in terris’ fueron dos Encíclicas que firmaron principios y prácticas para la acción social de la Iglesia. Abrió y condujo la primera Sesión de trabajos del Concilio Vaticano II, mostró al mundo la cara de la bondad, abrió sonrisas, fue al encuentro de los más sufridos, ¡pintó de buen humor el rostro de la Iglesia!», resaltó.

Ya sobre Juan Pablo II, el Arzobispo ponderó: «de Juan Pablo II nunca se hablará suficientemente», siendo que el pontífice es «una presencia universal efectiva, yendo hasta los confines de la tierra para llevar la Buena Nueva del Evangelio».

«Aquel que en las lides de Polonia había enfrentado a nazis y comunistas, corajudo en el liderazgo de los católicos para mantenerse fieles a la Fe cristiana, tesoro mayor de su nación, fue conducido al solio de Pedro en 1978, permaneciendo al frente de la Iglesia hasta el 2 de abril 2005, en la víspera de la Fiesta de la Divina Misericordia. Y en el propio Domingo de la Misericordia es ahora canonizado», completó.

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Juan Pablo II «tenía el corazón agradecido especialmente a los jóvenes a los cuales tantas veces se dirigió y allí se encontraban, bien cerca de él».

Mons. Taveira también describió el momento en que Juan Pablo II se despedía del pueblo cristiano, el día en que falleció.

«Cuantos adultos, jóvenes y niños solo tuvieron esta figura del Papa en su horizonte de Iglesia, hasta que el Señor lo llamó para su Pascua personal. En aquel inicio de noche de su partida, deseoso de ir para estar con el Señor, tenía el corazón agradecido especialmente a los jóvenes a los cuales tantas veces se dirigió y allí se encontraban, bien cerca de él. Se apagó como una llama, dio todo de sí a la Iglesia y al mundo. En sus funerales, una faja emergía en medio de la multitud – ‘Santo súbito’ – pidiendo que fuese luego aclamado santo».

Concluyendo su artículo, el prelado enfatizó que la Iglesia ha ofrecido en la Fiesta de la Divina Misericordia, «dos regalos de amor»: Juan Pablo II y Juan XXIII, «santos por la Iglesia y por la humanidad», «hombres de nuestro tiempo» que «amaron la Iglesia y se entregaron por ella».

«Alabado sea el Señor, por la historia, el ejemplo y la intercesión de los dos héroes de nuestro tiempo», finalizó. (LMI)

 

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