jueves, 18 de abril de 2024
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Papa Francisco habla sobre el temor de Dios, el último don que le faltaba por tratar en la Audiencia General

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 11-06-2014, Gaudium Press) El Papa Francisco habló hoy en la Plaza de San Pedro, del último don que le faltaba por tratar, en la serie sobre los dones del Espíritu Santo de las Audiencias Generales: el don de temor de Dios.

«El don del temor de Dios, del que hablamos hoy, concluye la serie de los siete dones del Espíritu Santo», inició el Papa.

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Foto: Radio Vaticano

El Pontífice habló de los efectos de la habitación del Espíritu Santo en el alma, para introducir las características especiales del obrar del don de temor: «Cuando el Espíritu Santo toma morada en nuestro corazón, nos da consuelo y paz, y nos lleva a sentir como somos, es decir, pequeños, con aquella actitud -tan recomendada por Jesús en el Evangelio- de quien pone todas sus preocupaciones y sus esperanzas en Dios y se siente envuelto y apoyado por su calor y protección, ¡igual que un niño con su papá! Y es éste el sentimiento: es lo que el Espíritu Santo hace en nuestros corazones: nos hace sentir como niños en los brazos de nuestro papá. En este sentido, entonces, comprendemos bien cómo el temor de Dios en nosotros toma la forma de la docilidad, de gratitud y de alabanza, llenando nuestro corazón de esperanza».

Esta acción del don de temor también nos impregna de la noción de nuestra flaqueza humana: «El temor de Dios nos hace tomar conciencia de que todo viene de la gracia y que nuestra verdadera fuerza reside sólo seguir al Señor Jesús y dejar que el Padre puede derramar sobre nosotros su bondad y su misericordia». De esta manera, «colmados por el temor de Dios», somos «llevados a seguir al Señor con humildad, docilidad y obediencia».

Asimismo, «el don del temor de Dios es también una «alarma» frente a la pertinacia del pecado. Cuando una persona vive en el mal, cuando blasfemia en contra de Dios, cuando explota a los otros, cuando los tiraniza, cuando vive solamente para el dinero, para la vanidad o el poder o el orgullo, entonces el Santo temor de Dios nos pone en alerta: ¡atención!».

Con información de Radio Vaticano

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