sábado, 20 de abril de 2024
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La muy difícil situación de los refugiados en Jordania

Amán (Viernes, 20-06-2014, Gaudium Press) Jordania se ha convertido en el lugar que más alberga refugiados de todos los conflictos que afectan a Oriente Medio.

Las Naciones Unidas contabilizan que Jordania alberga 600.000 refugiados sirios y 300.000 refugiados iraquíes, entre otros. Y aunque la generosidad de ese Estado es digna de encomio, no es menos cierto que la situación de ellos permanece difícil, como por ejemplo la de Moussa, un católico de 33 años, originario de Qamishli, una ciudad al norte de Siria.

Ante la perspectiva de persecuciones a los cristianos de su región, Moussa y su hermano salieron de Siria rumbo a Jordania. Y allí, con el deseo de unirse a su familia en Europa, pagó a un traficante de personas $34.000 dólares, para que lo llevase. Eran los ahorros de todo una vida. Como suele ocurrir, los traficantes no cumplieron su palabra y un día Moussa despertó en el otro extremo del globo, en la China.

De regreso a Jordania, Moussa piensa en un nuevo intento de llegar a Europa, una vez más por intermedio de traficantes humanos. Está muy triste por su situación. «Yo estudiaba Inglés en la universidad, mientras mantenía un trabajo como vendedor (…). Mi futuro era brillante», dice. «Tuve que abandonar Siria a causa de los peligros de secuestro y asesinato de cristianos por parte de militantes».

Hoy, él ocupa un cuarto del tamaño de un closet en una de las iglesias de la capital jordana, acompañado de otros refugiados sirios. «El gobierno jordano no permite a los sirios trabajar. Siento cómo mi vida pasa». «Ahora mi vida es dormir y pensar. No sé. Es así. Es difícil», dice Moussa, con lágrimas en los ojos. «Quiero continuar mis estudios, obtener un trabajo, casarme, iniciar una familia, como cualquier otro».

Um Hussein nunca pensó en ser una refugiada

Um Hussein, mujer siria de 45 años, nunca pensó que un día sería una refugiada.

«Nunca en mi vida imaginé que iba a convertirse en refugiada», dice. Ella tuvo que huir de Damasco ante los bombardeos, y sobrevive con los 10 de su familia en dos tiendas.

«Yo nunca pensé en dejar mi patria, por no hablar de mi pueblo, y ciertamente no podía imaginar que iba a abandonar mi casa», dice Um, desde una de las polvorientas calles de un campamento de refugiados.

«Habíamos tenido una buena vida llena de familiares y amigos y, por supuesto, los aspectos básicos que todo el mundo da por sentado: electricidad, calefacción, agua», afirma ella. «Pero sobre todo, teníamos la seguridad y tranquilidad. Esa es una de las cosas más importantes en la vida, y la perdimos».

«Por supuesto, nos encantaría volver a Siria. Lo haríamos hoy, si fuera posible. Si hubiera seguridad, nos gustaría volver porque es absolutamente necesario para nuestros hijos», enfatizó.

«No hay esperanza ahora, no sólo para los cristianos, sino para los demás en el Medio Oriente golpeados por la guerra en la región», dijo a su turno Khalid al-Mukhtar, un cirujano católico caldeo iraquí, que escapó desde Bagdad con su familia a Amán.

«No hay ninguna garantía de paz. Estamos contentos aquí en Jordania, ya que tenemos paz y seguridad», dice Khalid. «Tenemos el rey Abdullah y eso es lo único que nos mantendrá aquí, pero, en el futuro, tenemos la intención de vivir en el extranjero y criar a mis hijos allí.»

Entretanto, estos refugiados cuenta en Jordania con un bálsamo que los conforta, y es la ayuda de las organizaciones caritativas de la Iglesia en Jordania, integrada incluso por personas que en su momento fueron de familias también refugiadas. No obstante los medios para ayudar son con frecuencia insuficientes.

Con información de Catholic News Service

 

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