martes, 23 de abril de 2024
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El Papa habló sobre la cohabitación del trigo y la cizaña en el corazón humano

Ciudad del Vaticano (Lunes, 21-07-2014, Gaudium Press) En una mañana soleada, la de ayer domingo, el Papa Francisco explicó a la multitud de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, la sugestiva y un tanto misteriosa parábola del trigo y la cizaña, objeto central del Evangelio del día.

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Foto: Radio Vaticano

El Pontífice recordó lo fácil que es confundir el trigo con la cizaña «porque todos sabemos que, cuando la cizaña crece, se parece mucho a la semilla buena y existe el peligro de confundir una con otra.» Entretanto, esta realidad natural, tiene una significación más elevada, cuando se la aplica al corazón del ser humano: «Gracias a esta paciente espera de Dios la misma cizaña, o sea el corazón malvado con tantos pecados, al final puede convertirse en semilla buena». La paciencia del sembrador -figura de Dios- termina obteniendo que en muchos corazones se seque la cizaña, y florezca la sana semilla.

«Dios (…) sabe esperar. Él mira en el «campo» de la vida de cada persona con paciencia y misericordia: ve mucho mejor que nosotros la suciedad y el mal, pero también ve los retoños del bien y espera con confianza que maduren. Dios es paciente, sabe esperar».

Es claro que paciencia y misericordia de Dios no es sinónimo de indiferencia con el mal: «la paciencia evangélica no es indiferencia al mal; ¡no se puede hacer confusión entre bien y mal! (…)Al final, de hecho, el mal será arrancado y eliminado: al tiempo de la cosecha, o sea del juicio, los cosechadores seguirán la orden del propietario separando la cizaña para quemarla (cfr Mt 13,30). En aquel día de la cosecha final el juez será Jesús, Aquel que ha sembrado la semilla buena en el mundo y que se ha vuelto Él mismo «semilla», ha muerto y resucitado».

La paciencia del sembrador también se sustenta en la certeza de que el mal no tiene la última palabra, pues el bien triunfará.
El Pontífice también se refirió a la acción del maligno, representado en la parábola por aquel malvado que en la noche regó la cizaña en el trigal. «Todos sabemos que el demonio es un cizañero: trata siempre de dividir a las personas, a las familias, a las Naciones y a los pueblos», dijo el Papa. En un dato no muy conocido pero bien significativo, el Pontífice señaló que cizaña es un «término que en hebreo deriva de la misma raíz del nombre «Satanás» y evoca el concepto de división».

El Pontífice terminó su palabras en el Ángelus, pidiendo a la «Virgen, nuestra Madre, que nos ayude a crecer en la paciencia, en la esperanza y en la misericordia con todos los hermanos».

 

 

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