martes, 23 de abril de 2024
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En el Ángelus dominical, el Papa hizo catequesis sobre el milagro de la multiplicación de los panes

Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-07-2014, Gaudium Press) Tres son los mensajes trasmitido por el Salvador en el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, según la catequesis dada por el Papa ayer en la Plaza de San Pedro, ante multitud de peregrinos, durante el Ángelus dominical. El conocido texto evangélico relata el milagro realizado por Jesús en cercanías del Mar de Galilea, tras enterarse de la muerte de El Bautista. Jesucristo «haciéndose traer cinco panes y dos pescados, los bendijo, y comenzó a partirlos y darlos a los discípulos, quienes los distribuían a la gente. Todos comieron hasta saciarse e incluso, ¡sobró!».

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Foto: Radio Vaticana

«En este hecho podemos captar tres mensajes -dijo el Pontífice. El primero es la compasión. Frente a la multitud que lo busca y – por así decirlo – ‘no lo deja en paz’, Jesús no reacciona con irritación. No dice ‘esta gente me da fastidio’. No, no. Reacciona con un sentimiento de compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Pero estemos atentos: compasión, lo que siente Jesús, no es simplemente sentir piedad. ¡Es más! Significa ‘padecer con’, es decir, compenetrarse en el sufrimiento del otro, al punto de tomarlo sobre sí. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros».

«El segundo mensaje es el compartir», expresó el Papa Francisco. Mientras que los discípulos piensan despedir a la gente, «Jesús dice: denles de comer ustedes mismos. Dos reacciones diferentes, que reflejan dos lógicas opuestas: los discípulos razonan de acuerdo con el mundo, por lo que cada uno debe pensar en sí mismo; reaccionan como si dijeran: «arréglenselas solos». Jesús razona en cambio de acuerdo a la lógica de Dios, que es aquella del compartir».

«Y el tercer mensaje: el milagro de los panes preanuncia la Eucaristía. Esto se puede ver en el gesto de Jesús que «recita la bendición» (v. 19) antes de partir el pan y distribuirlo a la gente. Es el mismo gesto que hará Jesús en la Última Cena, cuando instaura el memorial perpetuo de su Sacrificio redentor. En la Eucaristía, Jesús no da un pan, sino el pan de vida eterna, se dona a Sí mismo, ofreciéndose al Padre por amor a nosotros. Nosotros debemos ir a la Eucaristía con aquel sentimiento de Jesús, es decir, la compasión, y con aquel deseo de Jesús, compartir».

Este camino, señalado por el Señor en todo el episodio de la multiplicación de los panes, nos invita a la fraternidad, y «nos conduce más allá de este mundo», pues es un camino que «parte de Dios Padre y regresa a Él», concluyó el Pontífice.

 

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