jueves, 28 de marzo de 2024
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Diócesis argentina promueve música sacra a través de ciclo de conciertos gratuitos

San Isidro (Martes, 05-08-2014, Gaudium Press) Con un concierto gratuito en la iglesia de San José, de la Diócesis de San Isidro, Argentina, la Comisión diocesana para la Difusión de la Música Sacra completa el cuarto evento de 2014. Desde hace 23 años, esta comisión actualmente presidida por Mons. Fernando María Cavaller trabaja para que los fieles puedan escuchar en vivo las mejores obras de la música litúrgica, interpretadas en los templos, tal y como fueron concebidas. Este «tan noble y tan hermoso arte», como lo llamó el Papa Pío XII, se acerca de esta forma a la sensibilidad general y se promueve el trabajo de quienes lo cultivan el día de hoy.

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En esta oportunidad, los feligreses podrán escuchar la obra «Vespro della Beata Vergine» (Vísperas de la bienaventurada Virgen), considerada la más importante del compositor Claudio Monteverdi, según informó la agencia AICA. La interpretación, realizada por un ensamble vocal y acompañada con instrumentos de la época -la obra fue compuesta en 1610 – será hecha por la agrupación Arcana del Departamento de Artes Musicales del Instituto Universitario Nacional del Arte, bajo la dirección del maestro Andrés Gerszenzon.

El ciclo de música sacra ha incluido durante el año obras de Bach, Händel, Mendelssohn, Brahms, entre otros reconocidos compositores. Los conciertos restantes incluyen obras de Mozart y Giovanni da Palestrina, así como un concierto especial de Navidad a cargo del Coro Nacional de Niños.

La gran importancia de la música sacra

«Entre los muchos y grandes dones naturales con que Dios, en quien se halla la armonía de la perfecta concordia y la suma coherencia, ha enriquecido al hombre creado a su imagen y semejanza , se debe contar la música, la cual, como las demás artes liberales, se refiere al gozo espiritual y al descanso del alma», explicó el Papa Pío XII, quien dedicó una Carta Encíclica en exclusiva a este tema y que lleva por título precisamente Musicae Sacrae.

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Procesional del siglo XV con el himno Regina Caeli. Foto: P. Lawrence, O.P.

Al ser un don de Dios a toda la humanidad, expuso el Pontífice, la música fue usada de manera natural en el culto divino, «para dar brillo y esplendor a las ceremonias religiosas siempre y en todas partes, aun entre los pueblos gentiles». En la historia de la salvación, el pueblo de Dios hizo uso de la música para alabar al Señor, y este testimonio fue registrado de forma abundante en la Sagrada Escritura. Los cristianos también entonaron himnos desde los inicios de la Iglesia, costumbre que no fue abandonada ni siquiera en tiempos de persecución.

Pío XII recordó cómo, tras la recuperación de la libertad religiosa, la Iglesia vivió un florecimiento del canto litúrgico: «se crearon nuevas formas de canto sagrado, se excogitaron (discernir a través de la oración y el discurso) nuevas clases de cantos, cada vez más perfeccionados por las Escuelas de canto, especialmente en Roma». Finalmente fue San Gregorio Magno quien «recogió cuidadosamente todo lo transmitido por los mayores, y le dio una ordenación sabia, velando con leyes y normas oportunas por la pureza e integridad del canto sagrado», marcando el nacimiento de la música sacra como la conocemos actualmente, a través del canto llamado gregoriano en su honor y enriquecido posteriormente con la invención del órgano. A esta música se agregó el canto polifónico, aceptado y promovido por la Iglesia, y el cual alcanzó un notable grado de desarrollo.

«Se puede fácilmente entender que la dignidad y valor de la música sagrada serán tanto mayores cuanto más se acerquen al acto supremo del culto cristiano, el sacrificio eucarístico del altar» explicó bellamente Pío XII. «Pues ninguna acción más excelsa, ninguna más sublime puede ejercer la música que la de acompañar con la suavidad de los sonidos al sacerdote que ofrece la divina víctima, asociarse con alegría al diálogo que el sacerdote entabla con el pueblo, y ennoblecer con su arte la acción sagrada que en el altar se realiza. Junto a tan excelso ministerio, ejercita la música el de realzar y acompañar otras ceremonias litúrgicas, como el rezo del oficio divino en el coro. Sumo honor y suma alabanza se deben, por lo tanto, a esa música ‘litúrgica'».

Con información de AICA y Vatican.va.

 

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