viernes, 29 de marzo de 2024
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"Dios quiere nuestra generosidad total en servirlo donde quiera que nos llame", recuerda obispo de Joinville, Brasil

Joinville (Jueves, 14-08-2014, Gaudium Press) Mons. Irineu Roque Scherer, Obispo de la Diócesis de Joinville, en el estado de Santa Catarina, Brasil, escribió un artículo en que hace una reflexión sobre las vocaciones. El prelado explica, al inicio de su texto, que la palabra vocación viene de ‘vocare’, del latín, que significa llamar.

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Mons. Irineu Roque Scherer

Foto: diocesejoinville.com.br

En realidad, explica el Obispo, quien llama es Dios, para esta o aquella misión en el mundo. Él recuerda que, en Brasil, desde 1981, el mes de agosto es el mes vocacional, y cada domingo de agosto se coloca en relevo una de las vocaciones en la Iglesia.

De acuerdo con Mons. Scherer, en el primer domingo contemplamos y rezamos por las vocaciones sacerdotales, esto gracias al patrono de los sacerdotes, San Juan María Vianey, que se celebra el día 4 de agosto. Ya en el segundo domingo, el Obispo recuerda que se contempla la vocación matrimonial, vocación a la familia, esto porque el segundo domingo de agosto es el Día de los Padres. Para él, es por eso que la semana que sigue se festeja la Semana Nacional de la Familia.

Todavía conforme el Prelado, en el tercer domingo se recuerda la vocación a la vida consagrada: religiosos, religiosas, consagradas y consagrados. Y, por último, él destaca que el cuarto domingo es el día de la vocación del cristiano laico, tanto en su presencia en la Iglesia como en su presencia en el mundo.

La vocación fundamental es la llamada a la santidad, y viene de Jesús

«Es el mes de las más variadas vocaciones, sin embargo, no nos olvidemos de la vocación primera y más importante de todas: ¡la vocación a la vida cristiana y, consecuentemente, a la santidad! Todos somos llamados a la santidad y fuera de ese camino no tenemos cómo vivir bien, sea cual fuere nuestra vocación personal», agrega.

Otra cuestión abordada por el Obispo es que la vocación no es nuestra, es una «convocación» venida directamente a la persona, a partir de la persona de Jesucristo, invitándonos a una ligación toda propia y única con Él, a seguirlo (cf. Mc 2,14). Mons. Scherer cita a San Pablo, en la Carta a los Romanos: «Yo, Pablo, siervo de Jesucristo, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios» (Rom 1, 1).

Para concluir, el Prelado resalta que al llamado de Dios se sigue la respuesta: positiva o negativa. Él recuerda que el joven del Evangelio dijo «no» a Jesús, cuando le hizo la propuesta, «ve y vende todo lo que tienes, da a los pobres, después ven y sígueme». Según el Obispo, él no tuvo coraje de desapegarse de sus bienes y por eso volvió triste para su casa.

«Con certeza, Dios quiere nuestra generosidad total, nuestra alegría en servirlo donde quiera que nos llame. Su promesa es el céntuplo en esta tierra en padre, madre, hermanos, hermanas, bienes y, además de eso, la vida eterna. ¿Por acaso, habrá inversión mayor que la de donarse totalmente a Dios, para recibir en cambio la abundancia de sus dones?», cuestiona. (FB)

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