jueves, 18 de abril de 2024
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La Iglesia reza por nosotros, "cuando caminamos por las tinieblas", afirma el Papa Francisco

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 01-09-2014, Gaudium Press) La Casa Santa Marta acogió este martes 30, la Misa celebrada por el Papa Francisco, que inspirado por la Primera Lectura del día, extraída del libro de Job, afirmó que el personaje bíblico «fue colocado a prueba, perdió toda la familia, todos los bienes y la salud» y «todo su cuerpo se transformó en una llaga». Como se recuerda, Job llegó a maldecir el día en que nació.

«Muchas veces, oigo personas que están pasando por situaciones difíciles, dolorosas, en que perdieron todo, se sienten solas y abandonadas. Vienen a reclamar y me preguntan: ‘¿por qué?’ Y se rebelan contra Dios. Yo entonces les digo: ‘Continúe rezando así, porque esto es una oración. ¿Cuándo Jesús dijo a su Padre ‘¿Por qué me abandonaste?’ ¡Él estaba rezando!», dijo.

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Según el Pontífice, así como Job, «muchos hermanos y hermanas están sin esperanza», como los millares de hermanos, que, por ser cristianos, sufren persecuciones, «son expulsados de sus casas y quedan sin nada».

Luego, el Santo Padre invitó nuevamente a los fieles a pensar en los ancianos, que en la mayoría de los casos, son dejados de lado por sus familiares.

El Papa recordó que «la Iglesia reza por todas estas personas, y también por nosotros, cuando caminamos por las tinieblas», asumiendo nuestro dolor.

El Papa Francisco recordó a Santa Teresa del Niño Jesús, que en los últimos meses de su vida pensaba apenas en el cielo, en medio de sus dolores.

«Tantas veces pasamos por esta situación, vivimos esta situación. Y tanta gente que solamente piensa en acabar en la nada. Y ella, Santa Teresa, oraba y pedía fuerza para seguir adelante, en la oscuridad. Esto se llama ‘entrar en paciencia’ «.
Finalizando, el Papa indicó a los presentes dos actitudes que pueden ser útiles en esas situaciones: la primera, «prepararse para cuando venga la oscuridad», cuando ponemos nuestro corazón en la perspectiva de los momentos más difíciles de nuestras vidas. La segunda sería «rezar, como reza la Iglesia, por tantos hermanos y hermanas que sufren el exilio de sí propios, en la oscuridad y en el sufrimiento, sin una esperanza palpable». (LMI)

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