viernes, 29 de marzo de 2024
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Enfermos peregrinaron a la Basílica de Guadalupe

Ciudad de México (Lunes, 20-10-2014, Gaudium Press) La silla de ruedas, el bastón y la enfermedad no fue impedimento para que centenas de fieles llegaran el pasado sábado 18 de octubre a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe para participar de la peregrinación que cada año organiza la Pastoral de la Salud de la Arquidiócesis de México en unión con la Orden Hospitalaria de Malta, y que en este 2014 llegó a su edición número 30.

Como es tradición, el epicentro de la peregrinación fue la celebración Eucarística y bendición con el Santísimo que presidió el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México, en el Santuario de la «Morenita del Tepeyac».

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Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México  / Foto: Orden de Malta.

«Saludo, y quiero agradecer a cada uno de ustedes que padece alguna enfermedad el que hayan querido venir, para estar aquí con nuestra Madre, con Santa María de Guadalupe. Yo sé que para muchos de ustedes es muy difícil, es doloroso, hay muchos impedimentos, pero ustedes han decidió venir aquí. Tengan la seguridad de que recibirán el consuelo de nuestra Madre», expresó el purpurado mexicano durante la homilía.

Luego, repitiendo palabras del Papa Francisco, el Cardenal Rivera recordó a los enfermos que la Iglesia reconoce en ellos «una presencia especial de Cristo que sufre», explicando que, en efecto, dentro del sufrimiento «está el de Jesús que lleva a nuestro lado el peso y revela su sentido».

En este sentido expresó que la cruz, la cual destruyó la soledad y el sufrimiento, e iluminó la oscuridad, revela el «misterio del amor de Dios por nosotros, que nos infunde esperanza y valor (…) Esperanza porque el plan de amor de Dios, también la noche del dolor se abre a la luz Pascual y nos infunde valor para hacer frente a toda adversidad en compañía y unidos a Él».

«Jesús es el camino y con su Espíritu podemos seguir en el dolor. Como el Padre ha entregado al Hijo por amor y el Hijo se entregó a nosotros por el mismo amor, también nosotros podemos amar a los demás, como Dios nos ha amado, dando la vida por nuestros hermanos», continuó el Cardenal Rivera.

En otro momento, el Arzobispo y Primado de México hizo un llamado a dar la vida por los demás, pese a la adversidad y la enfermedad: «en virtud del Bautismo y de la Confirmación estamos llamados a configurarnos con Cristo, el Buen Samaritano de todos los que sufren. En esto hemos conocido lo que es el amor en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos, cuando nos acercamos con ternura a los que necesitan nuestra atención llevamos la esperanza y la sonrisa de Dios en medio de las contradicciones del mundo».

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La Peregrinación de Enfermos a la Basílica de Guadalupe llegó a su edición número 30 / Foto: I.N. Basílica de Guadalupe.

De esta manera -expuso el Cardenal-, hay una configuración con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo: «cuando la entrega generosa hacia los demás se vuelve el estilo de nuestras acciones damos espacio al corazón de Cristo y el nuestro, nuestro corazón, se inflama ofreciendo así nuestra aportación a la llegada del Reino de Dios. Así es como podemos completar lo que le falta a la Pasión de Cristo, porque Cristo sigue sufriendo en muchos de ustedes, Cristo sigue padeciendo en muchos hermanos que ni siquiera conocemos».

Una unión con Jesús que muy bien asumió la Virgen María, como agregó el purpurado: «A lo largo de su vida María lleva en su corazón las palabras del anciano Simeón anunciando que: una espada atravesará su alma, y permanece con fortaleza al pie de la cruz. Ella sabe muy bien cómo se sigue este camino y por eso es la Madre de todos los enfermos y de todos los que sufren. Ella supo decir un ‘sí’ al Señor, sabiendo que detrás de ese ‘sí’ estaba el sufrimiento, la negación de sí misma».

«Podemos recurrir confiadamente a Ella con filial devoción, abandonándonos en sus brazos, seguros de que nos asistirá, nos sostendrá y nunca nos abandonará. Ella es la Madre del crucificado, permanece a lado de nuestras cruces y nos acompaña en el camino hacia la resurrección y hacia la vida definitiva», agregó.

Con información de virgendeguadalupe.org.mx y SIAME.

 

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