jueves, 18 de abril de 2024
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Benedicto XVI recuerda que Iglesia busca comunicar a Cristo, no simplemente sumar adeptos

Ciudad del Vaticano (Jueves, 23-10-2014, Gaudium Press) Un mensaje sobre la misión de los jóvenes en la Evangelización fue el tema central del mensaje que el Papa emérito Benedicto XVI envió a los participantes de la inauguración de un Aula Magna que lleva su nombre en la Universidad Urbaniana de Roma. El texto fue leído en la Aula Magna Benedetto XVI por el Arzobispo Georg Gaenswein, Prefecto de la Casa Pontificia y Secretario Personal del Papa emérito. «La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada», exhortó el Pontífice emérito. «Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela sólo para sí mismo, debe transmitirla».

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El Papa emérito Benedicto XVI, quien mantiene una vida discreta de oración en el Vaticano. Foto: Mazur/catholicnews.org.uk.

El tema de la misión, no sólo como llamado sino como deber, fue tratado por Benedicto XVI a causa de la identidad propia de la Universidad, «en la cual jóvenes provenientes prácticamente de todos los países de la tierra se preparan para el servicio al Evangelio en el mundo de hoy», según destacó Su Santidad. La Iglesia, siguiendo el mandato de Cristo, se ha extendido a toda la tierra, llevando el mensaje del Evangelio, fuente auténtica de paz. «Allá donde es celebrada la Eucaristía y los hombres, a partir del Señor, se convierten entre ellos un solo cuerpo, se hace presente algo de aquella paz que Jesucristo había prometido dar a sus discípulos».

Entender la actualidad de la misión

El Papa emérito destacó la importancia de la formación en la fe y el indispensable encuentro personal con Cristo como requisito para llevar a cabo la misión. También descartó que esta misión evangelizadora pueda ser reemplazada por el diálogo cultural, sino que responde a la voluntad de Cristo de llegar a todos los pueblos y culturas para llevar a todos los hombres a la plenitud. Otro punto tratado por Benedicto XVI fue la postura de quienes creen que la religión ya hubiera sido «superada» en la época actual y recordó que esa visión en realidad reduce al ser humano. «El hombre se hace más pequeño, no más grande (…) cuando no hay espacio para la mirada dirigida a Dios», ya que la auténtica grandeza del hombre está en el «encuentro con Dios vivo».

Más allá de las razones expuestas, el Pontífice declaró que hay un camino simple para entender el porqué de la misión: «La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada», explicó. «Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela sólo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta». Esta es la actitud del Apóstol Andrés que comunica a su hermano Felipe la alegría de haber visto al Mesías, como fruto espontáneo y alegre de su encuentro personal con Jesús. «No anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, y mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada», clarificó.

«Seremos anunciadores creíbles de Jesucristo cuando lo encontremos realmente en lo profundo de nuestra existencia», enseñó Benedicto XVI, «cuando, a través del encuentro con Él, nos sea donada la gran experiencia de la verdad, del amor y de la alegría». Esta misión tiene la doble dimensión de «la ofrenda mística de Dios, en la que se nos entrega totalmente a Él, y la responsabilidad para el prójimo y para el mundo por Él creado», de forma que el culto debido a Dios y la solicitud caritativa por las necesidades de los hermanos hacen parte de una misma respuesta a Dios. «‘Hemos conocido y creído al amor’: esta frase expresa la auténtica naturaleza del cristianismo», concluyó el Papa emérito. «El amor, que se realiza y se refleja de muchas maneras en los santos de todos los tiempos, es la auténtica prueba de la verdad del cristianismo».

Con información de Aleteia.

 

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