viernes, 29 de marzo de 2024
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"El Reino de Dios es también una conquista del ser humano", dice el Obispo de Frederico Westphalen, Brasil

Frederico Westphalen (Jueves, 13-11-2014, Gaudium Press) Mons. Antônio Carlos Rossi Keller, Obispo de la Diócesis gaucha de Frederico Westphalen, en Brasil, afirmó en su más reciente artículo que el 33º Domingo del Tiempo Común recuerda a cada cristiano la grave responsabilidad de ser, en el tiempo histórico en que vivimos, testigo consciente, activo y comprometido de ese proyecto de salvación que Dios Padre tiene para los hombres.

Según el Prelado, el Evangelio del próximo domingo, tomado del evangelista San Mateo, nos presenta dos ejemplos opuestos de cómo esperar y preparar la última venida de Jesús. Él explica que alaba al discípulo que se empeña en hacer fructificar los bienes que Dios le confía; y condena al discípulo que se instala en el miedo y la apatía y no pone a rendir los bienes que Dios le entrega (de esa forma, él desperdicia los dones de Dios y priva a los hermanos, la Iglesia y el mundo de los frutos a los que tienen derecho).

Ya en la segunda lectura, que viene de la carta de San Pablo a los Tesalonicenses, el Obispo afirma que Pablo deja claro que lo importante no es saber cuándo vendrá el Señor por segunda vez; sino es estar atento y vigilante, viviendo de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, testimoniando sus proyectos, empeñándose activamente en la construcción del Reino.

Todavía, conforme Mons. Keller, la primera lectura, tomada de Proverbios, presenta, en la figura de la mujer virtuosa, algunos de los valores que aseguran la felicidad, el éxito, la realización. Para él, el sabio autor del texto propone, sobre todo, los valores del trabajo, el compromiso, la generosidad, el temor de Dios. «No son solo valores de la mujer virtuosa: son valores de que debe revestirse el discípulo que quiere vivir en la fidelidad a los proyectos de Dios y corresponder a la misión que Dios le confió», completa.

El Obispo también resalta que la liturgia de este domingo nos enseña a encarar nuestra vida como una misión. De acuerdo con él, San Pablo era hombre de urgencias y consciencia aguda de una misión a cumplir, pues creía en la teoría de la vida pasajera y breve donde el tiempo era bien escaso y la vida energía no renovable en contraste con lo mucho por hacer, esto, sí, inagotable. Mons. Keller recuerda que pereza no era con él; desperdiciar el tiempo mucho menos; era un hombre de grandes causas y grandes luchas, y todo lo que hacía, lo hacía por convicción.

Además de eso, el Prelado destaca que San Pablo tenía prisa antes que el Señor llegase, para al final de sus días poderle decir: «Combatí el buen combate», ahora, Señor, acógeme en tu Reino por el cual gasté vida y talentos. Hoy, escribe a los Tesalonicenses: «No durmamos como los otros porque no somos de la noche, sino del día, hasta que el Señor venga a pedir cuentas de la vida y de lo que hicimos con ella». El Obispo evalúa que San Pablo fue alguien capaz de responder a la misión que Dios le confió.

Por último, Mons. Keller afirma que la liturgia de la palabra de este domingo nos enseña que el Reino de Dios no es solo un don, sino también una conquista del ser humano. Él enfatiza que somos llamados a ser constructores de este reino, en este mundo. «Tal construcción y la posesión final de este Reino son condicionados también por el esfuerzo y el ejercicio de los dones que Dios nos confió, para que los usásemos con responsabilidad. En cada Santa Misa que participamos, Dios renueva en nosotros este don, que nos capacita y nos compromete en el trabajo de ayudarlo en la edificación de su reino.» (FB)

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