jueves, 28 de marzo de 2024
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"Dios propone colocarse a disposición de su rebaño y comenzar todo de nuevo", dice obispo de Nuevo Hamburgo, Brasil

Nuevo Hamburgo (Jueves, 20-11-2014,Gaudium Press) El Obispo de la diócesis de Nuevo Hamburgo, Brasil, Mons. Zeno Hastenteufel, afirmó en su artículo que, en 1955, el Papa Pío XII instituyó la fiesta de Cristo Rey, colocándola precisamente en el último domingo del año litúrgico. Él explica que, dentro de esta comprensión, el año litúrgico celebra el misterio de nuestra redención, a partir de la encarnación del verbo, toda la vida pública del Señor, su pasión, muerte y resurrección, y después celebramos toda la vida de la Iglesia, hasta el encuentro definitivo, con el Señor, el Cristo vivo y resucitado, el Rey del Universo.

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Según el Prelado, no es fácil explicar hoy este último concepto al pueblo.

«Entretanto, cuando se habla en Cristo Rey del Universo, nosotros cristianos entendemos otro modo de reinar o de estar al servicio, tal como aparece en la primera lectura, donde nuestro Dios se presenta dispuesto a tornarse pastor de las ovejas descarriladas, cuando dice: ‘Ved, yo mismo voy a buscar a mis ovejas y hacerme cargo de ellas’ (Ez 34,11). Y nuestro Dios pretende eso mismo, tornarse pastor: ‘Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada’ » (Ez 34,16).

Mons. Hastenteufel destaca que en el lenguaje del profeta Ezequiel, muchas veces las ovejas no están siendo bien apacentadas y por eso el propio Dios se propone colocarse a disposición de su rebaño y comenzar todo de nuevo, especialmente para providenciar por justicia.
Asimismo, el Obispo resalta que San Pablo apunta para el cerne de todo: Cristo resucitado. Para él, allá está el punto de partida, pues él vino al mundo para salvarnos, y fue condenado a la muerte y muerte en Cruz, pero, al tercer día, Él resucitó, está vivo y es la certeza de nuestra futura resurrección.

Para concluir, el Prelado resalta que el Evangelio de este domingo nos hace reflexionar sobre el cuadro del juicio final, donde Jesús presenta al Hijo del Hombre, sentado en su gloria, para juzgar a todos los pueblos de la tierra, y entonces él separará a los buenos y los malos. Por el texto de Mateo, el supremo juez es denominado Rey: «El Rey dirá a los que estuvieren a la derecha: venid benditos de mi Padre». Después, el Rey dirá a los que estuvieren a la izquierda: «¡Alejaos de mí, malditos! Id para el fuego eterno» (Mt 25,34.41).

El criterio, de acuerdo con Mons. Hastenteufel, es siempre la caridad, o entonces el modo como nos comportamos con relación al prójimo, especialmente con los pobres. «Este es el tema central. Se trata de un asunto muy serio, ya que nosotros todos estaremos bajo de la realeza del único señor, el Cristo Jesús, el Rey y Señor del Universo», afirma. (FB)

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