viernes, 29 de marzo de 2024
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Pero ese niño era el Rey

Redacción (Jueves, 11-12-2014, Gaudium Press) Los reyes magos visitaron un frágil pobre niño en Belén aquella noche. La resplandeciente estrella avistada en sus lejanas tierras les había indicado que había nacido un príncipe que sería rey de los judíos, y algo también les podría haber hecho presentir que también del mundo, pues se trataba de auténticos astrónomos. Por esa razón preparan sus vistosas caravanas ricas y bien escoltadas para ir a rendirle homenaje. Cuál no sería su sorpresa al encontrarlo allí, de esa manera, en esa indigencia lamentable, sin cortesanos ni ministros, envuelto en pañales pobres y probablemente con algunos pocos pastores alrededor, rústicos y tan pobres como el rey. Pero esa era el rey que había indicado la misteriosa estrella brillante y ellos no podían haberse equivocado. Mucho menos la estrella.

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La llegada de los reyes tanto a Jerusalén como a Belén ciertamente debió conmocionar a la población. No era espectáculo frecuente tres suntuosas caravanas con pajes, sirvientes, acémilas cargadas y palafreneros. Es que no podía tratarse de tres reyezuelos porque hasta Herodes los recibió en su corte, convocó los principales de los sacerdotes y escribas y escuchó a todos atentamente prometiendo que él también iría a rendirle homenaje. En Belén -tan minúsculo y venido a menos, porque la dinastía davídica originaria de allá ya no gobernaba ni tenía ningún tipo de influencia sobre el pueblo, la agitación debió ser mayor. Pero los reyes llegaron directamente al lugar y el momento debió ser magnífico. El niño resplandecía y era hermoso, su madre lo era también. El casto y sobrio varón judío que estaba al lado era de una seriedad y benevolencia impresionantes. Seguramente el mundo angélico se había encargado de arreglar la imagen para la visita. Los reyes percibían resplandores de luz dorada y escuchaban suaves cantos de alabanza alrededor mezclados con aromas agradables. El Clima estaba ideal en ese momento a pesar del frío que los había acompañado durante gran parte del viaje. No cabía la menor duda: ese niño era un príncipe y sería Rey. Los pastores habían hecho también su algarabía en el pueblo. Hablaron a mucha gente de una revelación de ángeles con cantos en la llanura anunciando que había nacido el salvador esperado, el cristo, el mesías el señor de Israel. Así que el acontecimiento fue noticia importante en toda la región y la gente se enteró de lo que se decía: había nacido un niño anunciado por ángeles a pastores y por una estrella a reyes venidos de lugares lejanos a adorarle. ¿Por qué casi todos los judíos se olvidaron de eso apenas 30 años después? Posiblemente mucha de la gente que escuchaba las prédicas de Jesús lo relacionaba con el ya casi olvidado acontecimiento en Belén, la visión de los pastores y la llegada de los reyes, incluso la matanza que perpetró Herodes.

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Niño Jesús de Praga, de los Carmelitas descalzos de Segovia

Algo pudo haber disuadido a la gente de que si bien se trataba de un acontecimiento nada común en realidad otros factores pesaban a favor de la hipótesis -posiblemente lanzada por el Sanedrín de la época, que un niño tan pobre, de una familia tan modesta, en un lugar tan precario, adorado por unos pastorcillos ignorantes de la Ley, un tanto exagerados y por unos reyes paganos medio confundidos, no podía ser el Mesías. En cuanto a la matanza herodiana, eso no era nada de extrañar en ese tirano loco y cruel que había que soportar porque los romanos lo mantenían a hierro y sangre en el poder.

¡Qué equivocados estaban! Ese niño, era el Rey no solo de los judíos sino del mundo entero y su reino no tendrá fin.

Por Antonio Borda

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