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El próximo 26 de diciembre se conmemoran 428 años de la restauración milagrosa del cuadro de la Virgen de Chiquinquirá, Colombia

Chiquinquirá (Miércoles, 17-12-2014, Gaudium Press) El próximo 26 de diciembre se conmemoran 428 años de la renovación milagrosa del cuadro de la Virgen de Chiquinquirá, Colombia. Con tal motivo, los frailes dominicos, custodios de la imagen que se halla en la Basílica de Chiquinquirá, han preparado actividades especiales.

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El 25 de diciembre, se dará inicio a la celebración con las primeras vísperas a las 6 p.m. Luego a partir de las 8 p.m., se realizará una serenata ofrecida a la Reina y Patrona de los Colombianos.

El día 26 de diciembre, a las 9:30 am, se realizará la solemne procesión con la Réplica del lienzo Milagroso de Nuestra Señora.

Ese mismo día 26, a las 11:00 am, tendrá lugar la celebración principal, con una Misa campal en la Plaza de la Libertad, presidida por Mons. Luis Felipe Sánchez Aponte, obispo de Chiquinquirá.

Haciendo clic aquí, encontrará el anuncio radial del evento.

La Renovación milagrosa del Cuadro de la Virgen de Chiquinquirá

En el año 1560, Antonio de Santana, (caballero venido de España), obtuvo la encomienda de Suta en el valle de Sequencipá (Boyacá-Colombia), lo cual lo autorizó para organizar y regir el destino socio-político de la región.

1560-62. Antonio Santana, solicitó al fraile dominico Andrés Jadraque le consiga una imagen de la Virgen María, para colocarla en la capilla de Suta. Fray Andrés, fue a Tunja y convino con Alonso de Narváez, que le pintara una copia de la imagen de la Virgen María. La pintura la hizo en un lienzo de algodón de 1,26 x 1,13 cts. tejido por los indios, utilizando mezcla de tierra de colores y zumo de yerbas y flores. Como en el lienzo sobraba espacio, Alonso pintó al lado derecho a San Antonio de Padua, fraile franciscano, por ser el nombre del encomendero; al lado izquierdo pintó a San Andrés, apóstol, por ser el nombre del fraile que lo agenciaba. El encomendero pagó por la pintura $20 pesos. La imagen fue colocada en la capilla pajiza de Suta, donde fray Andrés catequizaba a los indios de la región.

2.jpgEn 1574, la misión que habían iniciado los dominicos pasa al clero secular y fray Andrés Jadraque es enviado a otro convento. Al ausentarse fray Andrés de aquel lugar, pronto decayó el culto y la Imagen quedó abandonada. Con el tiempo la capilla se deterioró, las goteras y el sol dañaron la imagen (…).

En 1585, María Ramos, esposa de Pedro de Santana, hermano de Antonio, llegó a Tunja en busca de su marido a quien encontró viviendo con otra mujer. Decepcionada, se vino a vivir con su cuñada Catalina de Irlos a la aldea de Chiquinquirá, donde encontró el lienzo abandonado. Al saber que en él habían pintado una imagen de la Virgen, lo recogió, lo arregló y lo colocó en alto, frente al cual hacia su acostumbrada oración: «¿Hasta cuándo, rosa del cielo, habéis de estar tan escondida? ¿Cuándo será el día en que os manifestéis y os dejéis ver al descubierto para que mis ojos se regalen de vuestra soberana hermosura, que llene de alegría mi alma?».

Fue así como el día viernes 26 de diciembre de 1586 a las nueve de la mañana, después de haber estado la devota [María Ramos] más de dos horas en oración, se levantó de su asiento para salir de la capilla. En aquél instante pasaba por allí una india que venía de Muzo, llamada Isabel, con un niño llamado Miguel de unos cuatro o cinco años. Al pasar por frente a la puerta de la capilla dijo el niño a la mujer que lo llevaba: ‘¡mire, mire!’ Miró la mujer hacia la capilla y vio que la imagen de Nuestra Señora estaba en el suelo, de pie, y despedía de si una luz que llenaba de claridad toda la capilla. Llena de asombro dijo en alta voz a María Ramos, que iba saliendo del oratorio: «Mire, mire, Señora, que la Madre de Dios se ha bajado de su sitio, está en vuestro asiento y parece que se está quemando». Miró María Ramos y admirada de ver tan estupendo prodigio, llena de asombro se dirigió llorando hacia el altar, se arrojó a los pies de la sagrada Imagen; con mucho temor puso los ojos en ella y vio cumplidos sus deseos, pues, estaba patente la imagen de la Madre de Dios en el sitio en que la piadosa María Ramos solía orar, con una hermosura sin igual y con unos colores muy vivos y despidiendo de si grandes resplandores que bañaban de luz a los santos que tenía a los lados y llenaba de claridad toda la capilla. Tenía el rostro muy encendido. Toda la pintura estaba renovada completamente. Sin embargo quedaron en el lienzo, los agujeros que antes tenía.

La renovación milagrosa de este cuadro se ha repetido en distintas ocasiones a lo largo de los siglos.

Con información de la Basílica-santuario de la Virgen de Chiquinquirá

 

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