viernes, 29 de marzo de 2024
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"Cristo nos hace entrar en el dinamismo del amor", dice el Obispo de Erexim, Brasil

Erexim (Jueves, 22-01-2015, Gaudium Press) ¿Maestro dónde vives? es el nombre del último artículo semanal de Mons. José Gislon, Obispo Diocesano de Erexim y Administrador Apostólico de Chapecó, en Brasil. Él explica que llamando junto a sí la multitud y los discípulos, Jesús entrega a estos la identidad de los discípulos: «Si alguien quiere seguirme, reniegue a sí mismo, tome su cruz y sígame».

1.jpgDe acuerdo con el Prelado, esto es mucho más que caminar atrás de Jesús, es asumir un compromiso de estar con Jesús, amarlo y anunciarlo al mundo. Él recuerda que el Papa Francisco, en el congreso internacional sobre la catequesis afirmó: «quien coloca en el centro de la propia vida a Cristo, ¡se descentraliza! Cuanto más usted se une a Jesús y Él se torna el centro de su vida, más Él lo hace salir de sí mismo, lo descentraliza y lo abre a los otros. ¡Ese es el verdadero dinamismo del amor, este es el movimiento de Dios! Dios es el centro, pero es siempre don de sí, relación y vida que se comunica» (…).

Para Mons. Gislon, así nos tornaremos también nosotros; si permanecemos unidos a Cristo, Él nos hará entrar en este dinamismo de amor. Conforme él, donde existe una verdadera vida en Cristo, existe la apertura hacia el otro, existe la salida de sí para ir al encuentro del otro en nombre de Cristo.

Además de eso, el Obispo evalúa que podríamos acomodarnos justificando que este es un servicio de los catequistas, pero, si así lo hacemos, estaremos siendo omisos en nuestras responsabilidades de bautizados. Él afirma que los catequistas tienen una misión importantísima en el proceso de iniciación cristiana en las comunidades, pero no la de suplir la responsabilidad de los padres en relación al primer anuncio cristiano a los hijos.

«La indiferencia de los padres en relación a la vida de fe de los hijos puede crear varias dificultades en el camino de la iniciación cristiana de los niños y jóvenes. Por tanto, acompañar el proceso de iniciación cristiana de los hijos, con el corazón de padre, de madre, de hermano y hermana, es una actitud de quien encontró al Señor y quiere llevar también a los otros a disfrutar de la belleza de este encuentro», completa.

Para concluir, el Prelado lamenta que la cultura de la indiferencia, tan presente en las relaciones familiares y comunitarias, no nos habla del amor, de la pasión y la ternura de Dios por nosotros, no nos ayuda a recorrer el camino del encuentro con el Maestro para oír sus palabras: «Quien quiere seguirme tome su cruz…». (FB)

 

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