jueves, 28 de marzo de 2024
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Dachau podría ser el mayor cementerio de sacerdotes católicos del mundo

París (Martes, 03-02-2015, Gaudium Press) Los campos de concentración del régimen nazi quedaron para la historia como símbolo de la barbarie y la inquietante capacidad del hombre para la maldad. Los relatos de los sobrevivientes dan cuenta de los graves sufrimientos impuestos a los recluidos en verdaderos campos de muerte y la eliminación sistemática de una enorme cantidad de personas. A pesar de que la historia ha dado a conocer muchos de los horrores acontecidos, aún quedan aspectos poco explorados de la tragedia. Uno de ellos es la gran participación del dolor y sufrimiento que tuvo que sobrellevar la Iglesia Católica, la cual aportó también un gran número de víctimas.

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Portada de «La Barraca de los Sacerdotes». Foto: Guillaume Zeller.

El libro «La Baraque des Pretres» (La Barraca de los Sacerdotes) del escritor francés Guillaume Zeller da cuenta de uno de los principales centros de condena de católicos durante el régimen nazi: el campo de concentración de Dachau. No fue el único (San Maximiliano Kolbe murió mártir en Auschwitz), pero las cifras recabadas por Zeller en este campo específico permiten ver un panorama desgarrador: entre los años 1938 a 1945 por lo menos 2579 sacerdotes, seminaristas y religiosos católicos de Europa habrían sido enviados a este lugar. De ellos, 1034 no sobrevivieron las temibles condiciones del mismo.

Testimonio cristiano en medio del horror

«El campo de Dachau sigue siendo el mayor cementerio de sacerdotes católicos en el mundo», afirmó Zeller en una entrevista concedida al informativo Le Figaro. La condiciones de estos sacerdotes son distintas a las de otras víctimas, ya que la estrategia de los captores de emplear presos en contra de sus compañeros de cautiverio – algunos llegaron a ser más crueles que los miembros de las SS – no funcionaba entre hombres consagrados a Dios. En su lugar muchos de los sacerdotes y religiosos mueren sirviendo a enfermos y moribundos en medio de epidemias y hambrunas. Conmovedores y peculiares casos como el de un seminarista alemán, ya moribundo, quien fue ordenado sacerdote por un Obispo francés, Mons. Gabriel Piguet, de manera clandestina en el propio campo de concentración ilustran cómo el bien floreció también en medio del horror que parecía triunfar. 56 sacerdotes de los numerosos fallecidos en este campo de concentración son hoy Beatos de la Iglesia.

Los sacerdotes fueron apresados según el autor por una gran variedad de motivos. Algunos fueron llevados al campo de concentración como castigo a la Iglesia por su condena en Alemania al programa de eutanasia implementado por el régimen , que llevó a la muerte a discapacitados, enfermos incurables y otros juzgados como «improductivos». También numerosos sacerdotes polacos fueron deportados al campo de concentración (aportaron 868 de las víctimas fatales) por considerarlos una élite eslava y muchos de los sacerdotes franceses fueron acusados de pertenecer al movimiento de resistencia a la dominación nazi.

El hecho de que fueran reunidos en Dachau obedece a los esfuerzos de la Santa Sede para intentar bloquear la extradición de sus miembros, explicó Zeller, lo cual finalmente sólo consiguió que llegaran a un mismo lugar donde padecieron las mismas condiciones de cautiverio que el resto de los prisioneros. Los sacerdotes mantuvieron en su reclusión su vida de oración y sacramentos, desarrollaron actividades pastorales y formativas clandestinas y preservaron su dignidad cristiana reviviendo en el corazón del siglo XX los relatos de fidelidad en medio de la persecución de los primeros siglos de cristianismo.

«La Baraque des Pretres», disponible hasta el momento en lengua francesa únicamente, puede ser adquirido en línea a través de la editorial Tallandier.

Con información de Le Figaro.

 

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