jueves, 25 de abril de 2024
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"Que la transfiguración del Señor nos oriente en el buen camino", dice Obispo de Nuevo Hamburgo, Brasil

Nuevo Hamburgo (Miércoles, 25-02-2015, Gaudium Press) Mons. Zeno Hastenteufel, Obispo de la Diócesis de Nuevo Hamburgo, en Río Grande del Sur, Brasil, en artículo escrito recientemente habló sobre el trabajo gratuito y voluntario al servicio de Dios. Para el prelado, la Iglesia continúa con su esfuerzo en el sentido de implantar la fraternidad, lo que sería redescubrir nuestra dimensión de servicio, trabajando gratuita y voluntariamente al servicio de Dios, de la Iglesia y de los hermanos.

De acuerdo con el Obispo, la liturgia del próximo domingo, el segundo de la Cuaresma, nos lleva dos veces a subir a una alta montaña. Él afirma que en la primera lectura, nos encontramos con el relato del Génesis, en que Abraham lleva a su hijo único para ofrecerlo a Dios, demostrando así claramente su confianza en el Señor y su disposición para agradarlo hasta el extremo.

Mons. Zeno recuerda que allá en la montaña, Abraham oyó la voz del Ángel que le dijo: «Juro por mí mismo, una vez que obraste de ese modo y no me negaste tu hijo único, yo te bendeciré y tornaré tan numerosa tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de las playas del mar» (Gn 22,16-17).

No hay palabras humanas para describir la Transfiguración

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Ya en el Evangelio de este domingo, Mons. Hastenteufel resalta que nosotros nos encontramos ante la escena extraordinaria de la transfiguración del Señor. El texto dice: «Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan y los llevó a un lugar aparte sobre una alta montaña. Y se transfiguró delante de ellos. Sus ropas quedaron brillantes y tan blancas como ninguna lavandería sobre la tierra podría blanquear» (Mc 9,2-3).

Se percibe que no hay palabras humanas para describir exactamente lo que ocurrió. Jesús tomó un aspecto nuevo, indescriptible. Él estaba transfigurado. Había asumido su cuerpo glorioso y divinizado. Estaba conversando con Moisés y Elías, hace mucho tiempo ausentes de esta tierra, pero que entran en diálogo con el Señor transfigurado. Son ellos los representantes de la Ley y de los Profetas del Antiguo Testamento.

Otro aspecto meditado por el Prelado es que los apóstoles, previamente escogidos, fueran testimonios oculares de esta escena sobrenatural y quedaron llenos de miedo, no sabían más que decir, y sin embargo se sentían bien. Según él, estaban en un clima celestial, tanto que Pedro llegó a decir: «Maestro, como es bueno que estemos aquí. Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9,5).

«Los apóstoles no pensaban más en sí mismos. Estaban dispuestos a quedarse al rocío. Pero querían que esta escena divina fuese perpetuada. Allá en la montaña, ellos sintieron el encuentro con Dios. La escena de la transfiguración termina, con una nube que los cubrió a todos, y de la nube salió una voz que decía: ‘Este es mi Hijo amado. Escuchad lo que Él dice’ «, recuerda.

Para finalizar, Mons. Zeno recuerda que al bajar de la montaña Jesús insistió que no contasen a nadie lo que habían visto y oído, antes que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de entre los muertos. Para él, era una escena de preparación para la Pascua, exactamente lo que nosotros estamos haciendo en Cuaresma. «Que la transfiguración del Señor nos ayude y nos oriente en el buen camino», dice. (FB)

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