viernes, 29 de marzo de 2024
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El núcleo de la misión es poner a todos los hombres en relación personal con Cristo, dijo el Papa

Ciudad del Vaticano (Martes, 26-05-2015, Gaudium Press) El Papa Francisco ha hecho público su mensaje para la próxima Jornada Mundial de las Misiones, la 89ª, que será conmemorada el próximo 18 de octubre. El mensaje tiene como fecha simbólica la del domingo pasado, cuando la Iglesia conmemoró la fiesta de Pentecostés.

El Pontifice inicia su mensaje resaltando el estrecho vínculo existente entre vida consagrada y misión, y recordando que la próxima Jornada de las Misiones se da en el contexto del Año de la Vida Consagrada que está trascurriendo. Y aunque «todo bautizado está llamado a dar testimonio del Señor Jesús proclamando la fe que ha recibido como un don, esto es particularmente válido para la persona consagrada, porque entre la vida consagrada y la misión subsiste un fuerte vínculo. El seguimiento de Jesús, que ha dado lugar a la aparición de la vida consagrada en la Iglesia, responde a la llamada a tomar la cruz e ir tras él, a imitar su dedicación al Padre y sus gestos de servicio y de amor, a perder la vida para encontrarla. Y dado que toda la existencia de Cristo tiene un carácter misionero, los hombres y las mujeres que le siguen más de cerca asumen plenamente este mismo carácter».

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Foto: Radio Vaticano

Para todos, pero más especialmente para los consagrados, «la misión es parte de la ‘gramática’ de la fe, es algo imprescindible para aquellos que escuchan la voz del Espíritu que susurra ‘ven’ y ‘ve’. Quien sigue a Cristo se convierte necesariamente en misionero, y sabe que Jesús ‘camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera’ (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 266)».

Pasión por Jesús y pasión por su pueblo

«La misión es una pasión por Jesús» y también «pasión por su pueblo». Cuando se considera a Jesús en la cruz, también se percibe que de su corazón traspasado parte un amor que «se extiende a todo el pueblo de Dios y a la humanidad entera». Es una misión que tiene en su centro a Jesucristo y que considera su exigencia: «la donación total de sí mismo a la proclamación del Evangelio».

Hay personas que tienen un llamado especial a la misión, «en las diversas periferias del mundo», y ese apostolado se convierte en su manera de vivir, del cual no se deben desviar. «En los Institutos misioneros los formadores están llamados tanto a indicar clara y honestamente esta perspectiva de vida y de acción como a actuar con autoridad en el discernimiento de las vocaciones misioneras auténticas. Me dirijo especialmente a los jóvenes, que siguen siendo capaces de dar testimonios valientes y de realizar hazañas generosas a veces contra corriente: no dejen que les roben el sueño de una misión auténtica, de un seguimiento de Jesús que implique la donación total de sí mismo», expresa el Pontífice en su mensaje.

Pero, una vez más, no son sólo los consagrados. «Para vivir el testimonio cristiano y los signos del amor del Padre entre los pequeños y los pobres, las personas consagradas están llamadas a promover, en el servicio de la misión, la presencia de los fieles laicos. (…) Es necesario que los misioneros consagrados se abran cada vez con mayor valentía a aquellos que están dispuestos a colaborar con ellos, aunque sea por un tiempo limitado, para una experiencia sobre el terreno. Son hermanos y hermanas que quieren compartir la vocación misionera inherente al Bautismo. Las casas y las estructuras de las misiones son lugares naturales para su acogida y su apoyo humano, espiritual y apostólico».

El Papa, gran promotor de la misión, declara que «también necesita de los múltiples carismas de la vida consagrada, para abordar al vasto horizonte de la evangelización y para poder garantizar una adecuada presencia en las fronteras y territorios alcanzados». En la diversidad de los múltiples carismas resalta también la unidad, que se da en unión con la misión apostólica del sucesor de Pedro.

El Papa concluye sus palabras recordando el texto paulino «Ay de mí si no anuncio el Evangelio» (1 Cor 9, 16), y resaltando la obligacion de todos los servidores de la Palabra «obispos, sacerdotes, religiosos y laicos», «de poner a todos, sin excepción, en una relación personal con Cristo. En el inmenso campo de la acción misionera de la Iglesia, todo bautizado está llamado a vivir lo mejor posible su compromiso, según su situación personal».

Con información de Radio Vaticano

 

 

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