jueves, 18 de abril de 2024
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En la Virgen se reconoce el triunfo de la Divina Misericordia sobre el pecado, dijo el Papa

Ciudad del Vaticano (Jueves, 10-12-2015, Gaudium Press) En todos los años, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, que acontece el día 8 de diciembre, el Santo Padre visita la Plaza de España, centro de Roma, para reverenciar a la Virgen María.
En este Año, no fue diferente. En la tarde del martes, el Papa Francisco homenajeó a Nuestra Señora.

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Fieles romanos, conduciendo a niños y enfermos, se unieron a peregrinos de varias partes del mundo que lo aguardaban en la Plaza.
Francisco llegó al lugar alrededor de las 16:00 horas, depositó un ramillete de flores y rezó a los pies del monumento dedicado a la Virgen sin pecado original.

El rezó, entonces una oración que transcribimos a seguir:

Virgen María,

En este día de fiesta por tu Inmaculada Concepción, vengo a presentarte el homenaje de fe y de amor del pueblo santo de Dios que vive en esta Ciudad y Diócesis.

Vengo en nombre de las familias, con sus alegrías y fatigas; de los niños y de los jóvenes, abiertos a la vida; de los ancianos, que traen consigo el peso de los años y la experiencia; de modo particular vengo a ti de parte de los enfermos, de los encarcelados, de quien siente el camino más arduo.

Como Pastor vengo a ti en nombre de aquellos que llegaron de tierras lejanas en busca de paz y de trabajo.

Bajo tu manto hay lugar para todos, porque tú eres la Madre de la Misericordia.

Tu corazón está repleto de ternura hacia todos tus hijos: la ternura de Dios, que en ti se hizo carne y se tornó nuestro hermano, Jesús, Salvador de todo hombre y de toda mujer.

Mirando hacia ti, Madre nuestra Inmaculada, reconocemos la victoria de la divina Misericordia sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias; y se re-enciende en nosotros la esperanza en una vida mejor, libre de la esclavitud, rencores y miedos.

Hoy, aquí, en el corazón de Roma, oímos tu voz de madre que llama todos a colocarse en camino rumbo a aquella Puerta, que representa Cristo.

Tú dices a todos: «Venid, aproximaos confiantes; entrad y recibidlo con la Misericordia; no tengáis miedo, no tengáis vergüenza: el Padre os espera de brazos abiertos para daros su perdón y acogeros en su casa. Venid todos a la fuente de la paz y de la alegría».

Agradecemos a ti, Madre Inmaculada, porque en este camino de reconciliación no nos haces caminar solos, sino que nos acompañas, estás cerca de nosotros y nos auxilias en toda dificultad.

Que tú seas bendecida, ahora y siempre. Amén.

Después de la visita al monumento dedicado a la Inmaculada Concepción, en la Plaza de España, el Santo Padre siguió a la Basílica de Santa María Mayor (una de las cuatro basílicas papales de Roma).

Allí participó de más un acto de devoción filial a María, Madre de la Misericordia. (JSG)

 

 

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