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Arzobispo argentino recuerda a sacerdotes los límites de la recta misericordia

La Plata (Jueves, 25-02-2016, Gaudium Press) El Arzobispo de La Plata, Argentina, Mons. Héctor Aguer, emitió una Instrucción Pastoral sobre el Jubileo Extraordinario de la Misericordia titulada «La misericordia de Dios y la nuestra». El texto, dirigido en especial a los sacerdotes y consagrados y anima a no dejar pasar el tiempo de gracia, al tiempo que recordó los límites que se deben aplicar para no desdibujar la recta misericordia de Dios. «Santo Tomás se descuelga con esta sólida verdad: ‘la justicia sin misericordia es crueldad; la misericordia sin justicia es la madre de la disolución'», indicó el prelado.

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Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, Argentina. Foto: Arzobispado de La Plata.

El documento del Arzobispo recorre los puntos principales de la bula Misericordiae vultus del Papa Francisco, y recuerda cómo Jesucristo a través de su sacrificio, resuelve el problema de la justificación del pecador. «La historia de la salvación culmina en la Encarnación y la Pascua del Hijo de Dios, acontecimientos en los que se manifiesta la gracia del perdón de los pecados, a la que pueden acceder quienes se arrepienten, mediante la fe en Cristo y el bautismo cristiano, vía de ingreso en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios», recordó el prelado.

La misericordia y la justicia

Mons. Aguer recordó también cómo Dios ejerce la justicia de forma distributiva, » la propia de quien gobierna con sabiduría y así instituye el orden en las cosas otorgando a cada uno lo que le corresponde; se puede llamar Verdad», realidad sobre la cual Santo Tomás de Aquino hace notar «que en todas las obras de Dios aparecen la misericordia y la justicia, pero desliza una advertencia importantísima: la obra de la justicia divina presupone la obra de la misericordia».

El prelado motivó a lso iembros de la iglesia a «llegar a todos con el mensaje del Evangelio y la invitación de incorporarse activamente a la Iglesia», motivo por el cual pidió ir más allá de los procedimientos y recordar que la atención de los fieles debe ser un verdadero encuentro pastoral: «¡Se trata de incorporar nuevos miembros a la Iglesia, nada menos!». De igual modo debe acercase a quienes se distancian de la vida de la Iglesia a causa de su comportamiento, recordando los límites que la Iglesia estipula, sobre todo referente a la recepción de la comunión eucarística.

«Ahora se plantean las cosas como si se tratara de la reconquista de un derecho humano. Quienes así lo hacen ignoran qué es la Eucaristía, la enseñanza de Jesús expuesta en los tres Evangelios sinópticos acerca del adulterio y la constante disciplina de la Iglesia», indicó el Arzobispo sobre el caso de los divorciados vueltos a casar. «A los sacerdotes no les está permitido hacer su parecer y violar esas disposiciones, so pretexto de ejercer misericordia; recordemos la sentencia tomista sobre la disolución. El Año Jubilar exige de ellos una mayor disponibilidad para el ministerio de la reconciliación, que incluye la predicación y la enseñanza para esclarecer las condiciones necesarias para recibir la absolución sacramental».

Mons. Aguer recordó las enseñanzas de la iglesia sobre las indulgencias y encomendó a la Santísima Virgen el fruto espiritual del jubileo. «Yo lo hago asumiendo los términos de una antífona que la Iglesia canta desde hace siglos: Madre Santa del Redentor, que eres Puerta siempre abierta del Cielo y Estrella del Mar; socorre al pueblo que cae y procura levantarse, tú que ante la admiración de la naturaleza engendraste a tu santo Creador. Virgen siempre, antes y después: al recibir aquel Ave que te cantamos con el Ángel, ten misericordia de los pecadores», concluyó.

Con información de AICA.

 

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