viernes, 29 de marzo de 2024
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Francisco: El pobre que golpea la puerta del rico es el Señor que trae misericordia

Ciudad del Vaticano (Viernes, 26-02-2016, Gaudium Press) La Misa matutina del Papa Francisco, como ha sucedido desde hace tres años, fue celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta, en la mañana de este jueves 25 de febrero.

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Foto: L’Osservatore Romano

El trecho del Evangelio abordado es el que trata de la parábola del hombre rico (San Lucas, 16, 19-31) «que se vestía con ropas finas y elegantes y hacía fiestas espléndidas todos los días» y que no percibía que a su puerta estaba siempre sentado y pidiendo que lo ayudasen un hombre de nombre de Lázaro. Este, además de pobre, mendigo y hambriento, tenía el cuerpo lleno de llagas.

La reflexión del Papa fue sobre esta parábola.

El Papa invitó a los presentes a interrogarse a sí mismos: «¿Soy un cristiano que camina en la estrada de la mentira, solamente del decir, o soy un cristiano que sigue el camino de la vida, o sea, de las obras, del hacer?»

Francisco destacó que el hombre rico, de hecho, «conocía los mandamientos, ciertamente todos los sábados iba a la sinagoga y una vez por año al templo». Tenía una cierta religiosidad».

«Pero era un hombre cerrado, cerrado en su pequeño mundo, el mundo de los banquetes, de las ropas, de la vanidad, de los amigos. Un hombre cerrado en una burbuja de vanidad».

Aquel hombre rico era un religioso aparente, «era cerrado en sí mismo». «Recorría el camino de la mentira, porque confiaba solamente en sí mismo, en sus cosas, no confiaba en Dios».

Sin herencia y sin nombre

Un hombre que no dejó herencia porque solamente era cerrado en sí mismo.

Y el Papa subrayó ese hecho: «y había perdido el nombre». «El Evangelio no dice cómo se llamaba, solamente dice que era un hombre rico, y cuando su nombre es solamente un adjetivo es porque usted perdió la substancia, perdió la fuerza».

El hombre sin nombre y la Misericordia

«Dios que es Padre, ¿no tuvo misericordia de este hombre? ¿No golpeó a la puerta de su corazón para moverlo? Sí, el Señor estaba allí en la puerta, en la persona de Lázaro, que tenía un nombre.

Este Lázaro con sus necesidades y sus miserias, sus enfermedades, era el Señor que golpeaba a la puerta para que aquel hombre abriese el corazón y la misericordia pudiese entrar. Pero él no veía, estaba cerrado: para él más allá de la puerta no había nada», explicó el Papa.

Cuaresma: ¿en qué estrada estoy?

Estamos en la Cuaresma, recuerda el Papa, y nos hará bien preguntarnos: ¿cuál estrada estamos recorriendo?

«¿Estoy en la estrada de la vida o en la estrada de la mentira? ¿Cuántas cerraduras tengo aún en mi corazón? ¿Dónde está mi alegría: en el hacer o en el decir? ¿El salir de mi mismo para ir al encuentro de los otros es para ayudar? ¿Miro las obras de misericordia, ¡ey! O mi alegría es tener todo arreglado, cerrado en mí mismo? Pidamos al Señor, mientras pensamos en esto, en nuestra vida, la gracia de ver siempre los Lázaros que están a nuestra puerta, los Lázaros que golpean al corazón, y que podamos salir de nosotros mismos con generosidad, en una actitud de misericordia a fin de que la misericordia de Dios pueda entrar en nuestro corazón.» (JSG)

 

 

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