jueves, 28 de marzo de 2024
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En su bendición Urbi et Orbi, el Papa resaltó el significado gozoso de la Pascua

Ciudad del Vaticano (Lunes, 28-03-2016, Gaudium Press) Desde el balcón de la Basílica vaticana, ayer el Papa impartió su Bendición sobre Roma y el Mundo, la Bendición ‘Urbi et Orbi’. En la meditación que la acompañó, el Pontífice resaltó el significado gozoso de la Pascua no solo para los cristianos sino para todos los hombres, y recorrió con su visión los diversos conflictos que existen en la tierra, pidiendo al Señor que otorgue su gracia para el bien de la humanidad, pues «sólo Dios puede llenar con su amor este vacío, estas fosas, y hacer que no nos hundamos, y que podamos seguir avanzando juntos hacia la tierra de la libertad y de la vida».

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«El anuncio gozoso de la Pascua: Jesús, el crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!» (Mt 28,6), nos ofrece la certeza consoladora de que se ha salvado el abismo de la muerte y, con ello, ha quedado derrotado el luto, el llanto y la angustia (cf. Ap 21,4). El Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora partícipes de su vida inmortal, y nos concede su mirada de ternura y compasión hacia los hambrientos y sedientos, los extranjeros y los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia», dijo el Papa.

Para Siria, «un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil», el Papa encomendó a la fuerza de Jesús resucitado los éxitos de «las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos».

El Pontífice pidió «un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia». Igualmente pidió una «solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas».

Los «recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil» (aún no se había producido el atentado terrorista en Pakistán), motivaron que el Papa manifestase su cercanía con las víctimas. Igualmente deseó que se concreticen las perspectivas de paz en África, particularmente en «Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales».

Los emigrantes y refugiados también estuvieron presentes en las consideraciones del Pontífice, pues el Cristo Resucitado «nos invita a no olvidar a los hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor». Para ellos el Papa pidió «poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia».

El Papa concluyó su mensaje recordando a «nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo». En momentos en que el mal «parece prevalecer en la vida de tantas personas» el Pontífice pido recordar «las palabras consoladoras del Señor: «No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo!» (Jn 16,33). Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte y su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad (cf. 2 Tm 1,10)».

Con información de Radio Vaticana

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