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Nuestras relaciones humanas deben reflejar las relaciones trinitarias, meditó el Papa en el Ángelus

Ciudad del Vaticano (Lunes, 23-05-2016, Gaudium Press) Ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco meditó sobre el misterio de la Santísima Trinidad, y cómo las relaciones trinitarias son modelo para las relaciones humanas. El domingo la Iglesia universal conmemoró la fiesta de la Santísima Trinidad.

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«Mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha insertado en el corazón y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una ‘familia’ de tres Personas que se aman tanto que conforman una sola cosa. Esta ‘familia divina’ no está cerrada en sí misma, sino que es abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para invitar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión envuelve a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterno, seguros que allí donde hay amor, allí está Dios», afirmó el Papa.

El que digamos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, nos permite entender también que somos «seres-en-relación», y nos llama a «vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco», a ejemplo de la Santísima Trinidad. «Tales relaciones se desarrollan, ante todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que siempre cada vez sea más evidente la imagen de la Iglesia ícono de la Trinidad. Pero también se desarrollan en toda otra relación social, desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo – todo: son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado», expresó el Pontífice.

En todos los eventos de nuestra vida diaria, debemos ser «levadura de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, estamos sostenidos por la fuerza que nos dona el Espíritu Santo: ella cura la carne de la humanidad herida por la injusticia, por el atropello, el odio y la avidez». La Virgen María debe ser invocada para «reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad».

Con información de Radio Vaticana

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