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Roma (Martes, 28-06-2016, Gaudium Press) Durante el vuelo de regreso a Roma, venido de Erevan, después de una visita de tres días a Armenia, Francisco explicó que utilizó en sus palabras el término «genocidio» para referirse a la muerte de centenas de millares de personas en Armenia, hace 100 años, y que, con esto, no pretendía manifestar cualquier «espíritu ofensivo» en relación a la nación Turca.
Reacción en Turquía
El vice-primer-ministro de Turquía dijo, el sábado, que las declaraciones del Papa condenando el «genocidio» armenio habían sido infelices y revelaban una «mentalidad de Cruzada».
La reacción surgió después de que Francisco dijo el viernes, en Erevan, capital de Armenia, que las muertes de cerca de un millón de personas hace 100 años, por las manos del Imperio Otomano, fue un «genocidio» que dio inicio a las «masacres» del siglo XX.
Vocabulario porteño y los «tres genocidios»
«En Argentina, cuando se hablaba del exterminio armenio, se usaba siempre la palabra genocidio», dijo Francisco a los periodistas en su viaje de regreso a Roma.
El Papa dijo que siempre habló de «tres genocidios» dentro del ámbito de las dos Guerras Mundiales, del siglo XX: «el armenio, el de Hitler y el de Stalin».
El Papa recordó a los periodistas que en 2015 ya había citado una declaración de Juan Pablo II (2001) que contenía la palabra «genocidio» y que esto había provocado una reacción del gobierno turco. Los turcos llevaron su protesta hasta el punto de que Ankara llamó a su Embajador al país para explicaciones. Pero que, luego, el embajador regresó a su puesto junto a la Santa Sede.
Francisco cree que «habría sonado muy extraño no decir lo mismo que dijo el año pasado» y que para él, lo fundamental es hacer una «pregunta histórica» en relación a los tres genocidios a que se refiere: «¿Porqué es que no hicieron nada?».
Francisco habló de su intención de rezar en silencio en el campo de concentración de Auschwitz, que deberá visitar en julio, durante la JMJ-2016, lugar que él considera como «un lugar de horror»: «Solo, entrar y rezar para que el Señor me dé la gracia de llorar». (JSG)
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