jueves, 28 de marzo de 2024
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Obispos de América reunidos en Colombia consagran continente a la Divina Misericordia

Bogotá (Jueves, 01-09-2016, Gaudium Press) El Cardenal Rubén Salazar, Arzobispo de Bogotá y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), presidió en Bogotá , Colombia, la Eucaristía de Clausura del «Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano», un Congreso en el cual participaron Obispos de todo el continente y que fue presidido por el Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Cardenal Marc Ouellet. En esta Eucaristía, más de 100 Obispos y numerosos sacerdotes se unieron para consagrar el continente de América a la Divina Misericordia.

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Los Obispos ingresan en procesión al templo de La Porciúncula en Bogotá, Colombia, para la Eucaristía de Clausura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el Continente Americano. Foto: Arquidiócesis de Bogotá.

El Cardenal Salazar destacó la fiesta de Santa Rosa de Lima (Patrona de Perú y numerosas poblaciones e instituciones en Latinoamérica) como «el marco ideal» para la acción de gracias a Dios por su obra en el continente americano. «Ella floreció en el desierto de su época; fue la rosa que con su perfume transformó los ambientes de los pobres, de los enfermos, de los desheredados de su tiempo».

El Cardenal invitó a los presentes a «gloriarse en el Señor», según aconsejó San Pablo, participando de su manifestación en su Muerte y Resurrección, cuando Cristo transformó el dolor y el sufrimiento llevándolos Él mismo «y, clavándolos en la cruz, los ha destruido transformándolos en perdón, reconciliación, amor, solidaridad». «He ahí la misericordia del Señor: una fuerza transformadora, que toma el mal y lo destruye transformándolo, haciendo que de la muerte brote la vida, que el odio se haga amor, que la injusticia se haga solidaridad, que la violencia se haga respeto y servicio», predicó; «que la humanidad fragmentada y destruida por el pecado renazca en una sola familia, animada por el Espíritu, familia llamada a ser sal y luz como fuerza transformadora de toda la realidad».

El purpurado animó a los sacerdotes a llevar la Misericordia de Dios para transformar la realidad actual con la intercesión de los Santos «que a lo largo de los siglos han sido sal de la tierra y luz del mundo». El purpurado expresó su deseo de que la celebración de los Obispos en Bogotá «expanda como perfume de suave olor la misericordia del Señor hasta los últimos rincones de nuestro continente».

Al final de la Eucaristía los prelados realizaron la oración de Consagración de América a la Divina Misericordia, la cual compartimos a continuación:

Bendito seas Dios Padre, rico en misericordia, que en la persona de tu Hijo Jesucristo bendices al Continente Americano y por la fuerza del Espíritu Santo lo vivificas derramando en los corazones sus dones y gracias.

Hoy queremos reconocernos como una comunidad de discípulos misioneros de tu Hijo, formada por pobres pecadores, mendicantes de tu misericordia, congregados por la gracia del perdón y de la reconciliación, consagrados y enviados para proclamar tu presencia y de la creación entera. Te consagramos nuestros países, nuestras comunidades, nuestras familias.

Te suplicamos que derrames tu amor y tu misericordia sobre todos los habitantes de este Continente Americano, especialmente sobre los más pobres y necesitados, sobre los niños, los jóvenes, los matrimonios, los constructores de la sociedad, los enfermos, los ancianos, para que, superadas tantas desigualdades y marginaciones, podamos construirnos todos los pueblos americanos como una sola familia, fraterna y solidaria, y gozar de paz y de vida plena. Amén

Con información de ACI.

 

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