jueves, 28 de marzo de 2024
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Obispo argentino: Salvación no depende de riqueza o pobreza sino de recto uso de los bienes

Buenos Aires (Sábado, 01-10-2016, Gaudium Press) El Obispo de Avellaneda-Lanús, Argentina, Mons. Rubén Frassia, explicó la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro en su espacio radial, comentando la doctrina de la Iglesia que no condena la riqueza en sí misma sino el mal uso de los bienes recibidos de Dios. «No es que el rico, por ser rico, se condena y el pobre, por ser pobre, se salva. No», advirtió el prelado, según informó AICA. «Se trata de la dimensión del recto uso que uno hace de las cosas, de los bienes y de la responsabilidad con que uno actúe frente a todas las cosas».

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Mons. Rubén Frassia, Obispo de Avellaneda-Lanús, Argentina. Foto: AICA.

El prelado alabó la profundidad y realismo de la parábola de Cristo e hizo un llamado a la reflexión de los creyentes. «La comparación no nos hace quedar en la materialidad del hecho, sino que tenemos que ver a dónde nos lleva el pensamiento de la Palabra de Dios», comentó. » La riqueza, por sí, no es mala y el sufrimiento, por sí, no es bueno; siempre tiene una relación. Esto es importante saberlo ya que uno tiene que abrirlo a otra dimensión».

«Cada uno es sujeto del don que Dios regala y a la vez es sujeto de responsabilidad, de respuesta que uno tiene que dar. Y cada uno da conforme a su pensamiento, a su corazón», explicó el Obispo. «En la parábola, parece que el rico tenía un corazón cerrado y Lázaro tenía un corazón abierto. Esto es lo que uno más necesita». El corazón cerrado a la misericordia se expresa también en la actitud de los hermanos del rico Epulón, a quienes se niega la posibilidad de una acción sobrenatural para forzar su conversión.

Esto puede ser cierto en la vida concreta de las personas de hoy. «Por más que te quieran convencer, o ‘por más que quieran decirte’, o ‘por más que hayas experimentado cosas’, si uno tiene el corazón cerrado nunca se va a abrir», lamentó Mons. Frassia. «Dios es omnipotente en su amor, en su ternura y en su misericordia; pero también respeta -desde su misericordia y su ternura- la libertad de cada uno de nosotros. Y a veces la libertad es repuesta para el bien y otras veces es respuesta para el mal».

El prelado oró para que Dios dé la gracia a los fieles de «escuchar bien, ser responsables, hacernos cargo de nuestra vida, desarrollarla, cultivarla; y que esta vida nuestra se torne, se vuelque, se entregue a los demás». Bienes materiales e inmateriales como los talentos, conocimientos y otros deben ser puestos al servicio de quienes padecen necesidad. «Que Dios nos ilumine y abra nuestro corazón, y recordemos que en la vida lo que hemos recibido gratuitamente debemos darlo también gratuitamente a los demás», concluyó.

Con información de AICA.

 

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