viernes, 29 de marzo de 2024
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No esperar en sus propias seguridades, sino confiar en Dios, catequizó el Papa

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 21-12-2016, Gaudium Press) En su catequesis de hoy, realizada en el Aula Pablo VI, el Papa continuó tratando de la esperanza cristiana, pero con perspectiva navideña. Esta fue la última Audiencia General antes de la celebración de la Navidad.

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El Pontífice recordó algunas de las profecías mesiánicas, contenidas en el libro de Isaías: ««Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel» (7,14); y también – en otro pasaje – «Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces» (11,1). En estos pasajes se entre ve el sentido de la Navidad: Dios cumple la promesa haciéndose hombre».

«Cuando se habla de la esperanza, muchas veces se refiere a lo que no está en el poder del hombre y que no es visible. De hecho, lo que esperamos va más allá de nuestras fuerzas y nuestra mirada -dijo el Papa. Pero el Nacimiento de Cristo, inaugurando la redención, nos habla de una esperanza distinta, una esperanza segura, visible y comprensible, porque está fundada en Dios. Él entra en el mundo y nos dona la fuerza para caminar con Él – Dios camina con nosotros en Jesús -, caminar con Él hacia la plenitud de la vida; nos da la fuerza para estar de una manera nueva en el presente, a pesar de ser difícil. Entonces, esperar para el cristiano significa la certeza de estar en camino con Cristo hacia el Padre que nos espera».

El Niño de Belén, que conmemoraremos en los próximos días, «nos dona, ofrece una meta, un destino bueno en el presente, la salvación para la humanidad, la bienaventuranza para quien se encomienda a Dios misericordioso. San Pablo resume todo esto con la expresión: «Solamente en la esperanza hemos sido salvados» (Rom 8,24). Es decir, caminando de este modo, con esperanza, somos salvados. Y aquí podemos hacernos una pregunta, cada uno de nosotros: ¿yo camino con esperanza o mi vida interior está detenida, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o es un cajón abierto a la esperanza que me hace caminar? No solo, con Jesús. Una buena pregunta por hacernos», expresó el Pontífice.

El Papa Francisco recordó que en muchos hogares ya se realizó un pesebre, siguiendo una tradición que remonta a San Francisco de Asís. Allí, junto al pesebre, podemos contemplar de forma ilustrada grandes misterios. Y cada personaje trae un mensaje de esperanza, además del Divino Infante.

«Miramos a María, Madre de la esperanza». «Ella que por nueve meses ha sido el arca de la nueva y eterna Alianza, en la gruta contempla al Niño y ve en Él el amor de Dios, que viene a salvar a su pueblo y a la entera humanidad. Junto a María estaba José, descendiente de Jesé y de David; también él ha creído en las palabras del ángel, y mirando a Jesús en el pesebre, piensa que aquel Niño viene del Espíritu Santo, y que Dios mismo le ha ordenado de llamarlo así, ‘Jesús’. En este nombre está la esperanza para todo hombre, porque mediante este hijo de mujer, Dios salvará a la humanidad de la muerte y del pecado. Por esto es importante mirar el pesebre: detenerse un poco y mirar y ver cuanta esperanza hay en esta gente. Y también en el pesebre están los pastores, que representan a los humildes y a los pobres que esperaban al Mesías, el «consuelo de Israel» (Lc 2,25) y la «redención de Jerusalén» (Lc 2,38). En aquel Niño ven la realización de las promesas y esperan que la salvación de Dios llegue finalmente para cada uno de ellos».

Todos estos personajes no confían en sí mismos, confian en  Dios.

«Quien confía en sus propias seguridades, sobre todo materiales, no espera la salvación de Dios. Pero fijemos esto en la cabeza: nuestras propias seguridades no nos salvaran. Las propias seguridades no nos salvaran, solamente la seguridad que nos salva es aquella de la esperanza en Dios, aquella que nos salva, aquella fuerte. Y aquella que nos hace caminar en la vida con alegría, con ganas de hacer el bien, con las ganas de ser felices para toda la eternidad. Los pequeños, los pastores, en cambio confían en Dios, esperan en Él y se alegran cuando reconocen en este Niño el signo indicado por los ángeles (Cfr. Lc 2,12)», expresó el Pontífice.

El Papa concluyó sus palabras pidiendo a todos que incluyan en sus almas este «germen de esperanza»:»Sí, Jesús, tú puedes salvarme, tú puedes salvarme».

Con información de Radio Vaticano

 

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