jueves, 18 de abril de 2024
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En la Catequesis de los miércoles, el Papa relaciona esperanza y caridad

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 15-03-2017, Gaudium Press) En la Audiencia General de hoy, retomada tras la ausencia del miércoles pasado por hallarse el Papa en retiros espirituales, Francisco recordó el gran mandamiento que dejó el Señor, «aquel de amar: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente y amar al prójimo como a nosotros mismos». Esta práctica de la caridad, del amor de Dios -que es «nuestra vocación más sublime»-, trae la alegría de la esperanza.

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«En la Catequesis de hoy, -dijo en español el Papa- San Pablo nos recuerda que el secreto para mantenernos alegres en la esperanza es reavivar en nuestros corazones el amor de Dios. Todos somos pecadores, pero el Señor, que es rico en misericordia, abre ante nosotros una vía de libertad y de salvación, que es la posibilidad de vivir el mandamiento del amor, dejándonos guiar por el corazón del Resucitado».

Es ciero que, fruto del pecado, nuestro amor no siempre es enteramente puro, y a veces caemos en la «hipocrecía de buscar nuestros propios intereses», o en pensar que si amamos «es solo mérito nuestro». Entretanto, la gracia de Dios puede y de hecho purifica nuestro amor.

Caridad verdadera que nace de la unión con Jesús

«La auténtica caridad nace del encuentro personal con el rostro misericordioso de Jesús, y nos lleva al encuentro sincero con los hermanos. Sólo de esta forma podremos mantenernos alegres en la esperanza, pues sabemos que a pesar de nuestras debilidades y fallos, y hasta en los momentos más difíciles, el amor de Dios nunca nos abandona, y nos impulsa a compartir con nuestros hermanos todo lo que cada día recibimos de él», expresó el Pontífice.

En los saludos a los peregrinos, tras la catequesis, el Papa reiteró que el amor -como enseña san Pablo- , «es paciente, es servicial; no es envidioso, no hace alarde, no se envanece. El amor no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad». El amor, recordó, «todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta».

Con información de Radio Vaticano

 

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