Ciudad del Vaticano (Lunes, 20-03-2017, Gaudium Press) En Audiencia a un grupo de participantes del Curso Anual sobre Foro Interno, organizado por la Penitenciaria Apostólica de la Santa Sede, el Papa Francisco propuso «el confesionario como lugar de evangelización».
Para Francisco, este es el tipo de Tribunal que a él «realmente» le gusta, porque es el «tribunal de la misericordia», pues ofrece aquel «remedio indispensable» para nuestra alma, que es la misericordia divina.
Confesionario: lugar de oración, discernimiento, evangelización
El Pontífice quiso hablar sobre el tema del Curso que es dedicado a la formación de buenos confesores.
Para él, para la formación de un «buen confesor» no basta un «curso», aunque éste sea «útil». Él subrayó que no es posible tornarse buenos confesores haciendo un curso, se trata de una «larga escuela» que dura la vida toda, pero hay algunos elementos formativos que pueden auxiliar en esta misión.
Para el Papa, la confesión es una «escuela» que se prolonga por toda la vida y quien quiera desempeñar bien esta misión tiene que tener presentes por lo menos tres criterios: «la oración, el discernimiento y el confesionario como lugar de evangelización».
Sobre este último criterio, Francisco afirmó que el confesionario es un lugar de «encuentro» entre el sacerdote y las personas y entre estas y la «misericordia» de Dios.
El Papa destacó que «el confesionario se torna así un lugar de formación», por eso incentivó a los sacerdotes que allí estaban a ser «buenos confesores, inmersos en la relación con Cristo» y a nunca desperdiciar una «ocasión para evangelizar».
El buen Confesor es amigo de Jesús
Para el Santo Padre, antes que nada, el «buen confesor» es un verdadero amigo de Jesús:
«Sin esta amistad, será muy difícil madurar aquella paternidad tan necesaria en el ministerio de la Reconciliación.»
Y, ser amigo de Jesús, significa, en primer lugar, cultivar la oración, o la oración personal con el Señor, o la oración específica para el ejercicio de la tarea de confesor, explicó el Papa que además continuó: en la oración, se implora el don de un corazón herido para comprender las heridas ajenas y se pide el don de la humildad para evitar actitud de dureza, que inútilmente juzga al pecador y no el pecado, dijo.
El buen confesor tiene Discernimiento
El buen confesor es un hombre del Espíritu, un hombre de discernimiento: el discernimiento permite distinguir y educa la mirada y el corazón.
«¡La falta de discernimiento causa mucho mal a la Iglesia!», constató el Papa, un mal provocado por la falta de la escucha humilde del Espíritu Santo y de la voluntad de Dios.
El Papa además recordó que el confesor no hace la propia voluntad y no enseña una doctrina propia, sino es llamado siempre y solamente a hacer la voluntad de Dios.
En el confesionario, el sacerdote debe ser capaz de identificar inclusive los disturbios espirituales de los fieles y cabe al confesor contactar, si necesario, los encargados de exorcismos.
El buen Confesor Evangeliza
El confesionario es un lugar de evangelización.
«De hecho, no existe evangelización más auténtica que el encuentro con el Dios de la misericordia.» En el confesionario, a veces, se torna necesario anunciar nuevamente las verdades de fe más elementares; a veces, se trata de indicar los fundamentos de la vida moral, muestra Francisco al hablar de la tercera característica del Confesor.
Periferias del mal y el pecado
Al concluir sus palabras el Papa afirmó que el confesor es llamado a ir cotidianamente a las «periferias del mal y el pecado», y que su obra representa una auténtica prioridad pastoral.
«Recen siempre por los hermanos y hermanas que se aproximan al Sacramento del perdón. Y, por favor, recen por mí», pidió el Pontífice al finalizar sus palabras. (JSG)
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