viernes, 29 de marzo de 2024
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Papa relaciona la esperanza con la perseverancia de Dios en nosotros y con la consolación que Dios nos trae

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 22-03-2017, Gaudium Press) El tema de la audiencia de los miércoles es la esperanza, hasta que el Papa diga otra cosa. Pero ella se relaciona con toda la vida cristiana. Y hoy fue la ocasión para la comunicación de la esperanza con la perseverancia, que el Papa relaciona con la paciencia, y con la consolación. 

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«La perseverancia podríamos definirla también como paciencia: es la capacidad de soportar, llevar sobre los hombros, «soportar», de permanecer fieles, incluso cuando el peso parece hacerse demasiado grande, insostenible, y estamos tentados de juzgar negativamente y de abandonar todo y a todos. La consolación, en cambio, es la gracia de saber acoger y mostrar en toda situación, incluso en aquellas marcadas por la desilusión y el sufrimiento, la presencia y la acción compasiva de Dios. Ahora, San Pablo nos recuerda que la perseverancia y la consolación nos son transmitidas de modo particular por las Escrituras (v. 4), es decir, por la Biblia. De hecho, la Palabra de Dios, en primer lugar, nos lleva a dirigir la mirada a Jesús, a conocerlo mejor y a conformarnos a Él, a asemejarnos siempre más a Él. En segundo lugar, la Palabra nos revela que el Señor es de verdad «el Dios de la constancia y del consuelo» (v. 5), que permanece siempre fiel a su amor por nosotros, es decir, que es perseverante en el amor con nosotros, no se cansa de amarnos».

Pasando a otro aspecto, también relacionado, de la Carta de San Pablo, el Pontífice profundizó en otro texto: Dice el «Apóstol: «Nosotros, los que somos fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no complacernos a nosotros mismos» (v. 1). Esta expresión «nosotros, los que somos fuertes» podría parecer arrogante, pero en la lógica del Evangelio sabemos que no es así, es más, es justamente lo contrario porque nuestra fuerza no viene de nosotros, sino del Señor». Estos «fuertes» son consolados por el Señor y deben consolar, particularmente a los más débiles, sabiéndose un mero canal que trasmite los dones del Señor.

Pero, ¿quiénes son «fuertes», y quienes son «débiles»?

«El fruto de este estilo de vida no es una comunidad en la cual algunos son de «serie A», es decir, los fuertes, y otros de «serie B», es decir, los débiles. El fruto en cambio es, como dice Pablo, «tener los mismos sentimientos unos hacia otros, a ejemplo de Cristo Jesús» (v. 5). La Palabra de Dios alimenta una esperanza que se traduce concretamente en el compartir, en el servicio recíproco. Porque incluso quien es «fuerte» se encuentra antes o después con la experiencia de la fragilidad y de la necesidad de la consolación de los demás; y viceversa en la debilidad se puede siempre ofrecer una sonrisa o una mano al hermano en dificultad. Y así es una comunidad que «con un solo corazón y una sola voz, glorifica a Dios» (Cfr. v. 6). Pero todo esto es posible si se pone al centro a Cristo, su Palabra, porque Él es el «fuerte», Él es quien nos da la fortaleza, quien nos da la paciencia, quien nos da la esperanza, quien nos da la consolación. Él es el «hermano fuerte» que cuida de cada uno de nosotros: todos de hecho tenemos necesidad de ser llevados en los hombros del Buen Pastor y de sentirnos acogidos en su mirada tierna y solícita», afirmó el Papa.

El Papa concluyó instando a todos a agradecer a Dios por el don de su Palabra, que nos dice que nuestra esperanza se funda es en la fidelidad de Dios.

Con información de Radio Vaticano

 

 

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