jueves, 28 de marzo de 2024
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Una exploración en la "mentalidad" de la Virgen

Redacción (Viernes, 31-03-2017, Gaudium Press) ¿Qué es la mentalidad? Aunque la palabra no figure en el diccionario de la Real Academia, su uso se tornó común en las naciones de lengua castellana. Decimos que mentalidad es el conjunto de aquellas ideas, quereres y sentires que configuran el centro de la personalidad de alguien, y que le dan directriz a su acción. De esta forma, existen no solo mentalidades de personas, sino también de tipos humanos, como lo que sería por ejemplo la mentalidad del militar, la del diplomático, la del diplomático francés, etc.

Descubrir la mentalidad es algo así como encontrar la llave del cofre de lo más íntimo de la persona, es como encontrar la clave que nos explica todas las manifestaciones de su ser. «Ahh… lo que pasa es que él cree en el fondo que las cosas hay que hacerlas simples, y luego de simples ejecutarlas rápido, sin dilaciones»: La anterior puede ser un ejemplo de una idea esencial que configure una mentalidad, aunque evidentemente la mentalidad de cualquiera es algo más rico, no es algo tan fácil de definir, es algo más complejo.

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¿Podemos hablar de la mentalidad de la Virgen? Evidentemente sí, como alguien que pisa en terreno sagrado, y esta es la peregrinación más bella que podemos hacer por una psicología humana.

Digamos primero que Nuestra Señora era una contemplativa-activa. Ella contemplaba, pero de la contemplación partía a la acción. Entretanto, una de las ideas que componía su mentalidad era la primacía de la meditación y de la contemplación para la correcta acción. Y también de que la observación del universo circundante era necesaria para sentir la voz de Dios que a través de él nos viene.

Comentando la presteza con la que la Virgen fue a visitar y a ayudar a su prima Isabel apenas supo que se encontraba encinta, Mons. João Scognamiglio Clá Dias EP afirma que «estaríamos lejos de comprender su impostación de espíritu en este trayecto, si no relacionásemos la presteza con que realizó el recorrido a su intensa vida interior. Siendo un alma meditativa, imbuida de fuerte espíritu de oración, Ella nos muestra que la buena contemplación redunda en la acción bien hecha, da gloria a Dios y edifica al prójimo» (1).
Mons. João Clá es aún más explícito en cuanto a revelarnos la mentalidad de Nuestra Señora: En el episodio de la visitación a Santa Isabel «se manifestó la mentalidad de María Santísima, toda hecha de admiración, humildad, ausencia de pretensiones, afecto, prontitud, servicio, obediencia, alegría y vida interior».

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Sí, no es solo contemplación, sino una contemplación embebida de admiración, que no era otra cosa sino un continuo y feliz asombro con la presencia de Dios en el orden creado. Actitud esta en María Santísima que alimenta la humildad, que puede ser también definida como la cualidad de aquel que vive en el reconocimiento de las maravillas que existen y no en la adoración de sí mismo. Humildad admirativa que lleva al afecto hacia lo que se ha admirado, que conduce al servicio por lo que se ha considerado como maravilloso, que causa la alegría de saber que existe lo Maravilloso y que todo proviene del Autor de lo Maravilloso. Humildad admirativa que es la base y el alimento de un riquísimo mundo interior, mundo interior magnífico que incluso atrajo hacia adentro de sí al propio Verbo encarnado. Contemplación que también se alimentaba de la Palabra de Dios, de la cual Ella era «experta» y de los sacramentos, después de que estos fueron instituidos por su Divino Hijo.

Quien esto entiende, adquiere la clave para penetrar con admiración en el seno purísimo de la obra prima de Dios; va penetrando en lo que San Luis de Montfort llamaba misteriosamente el «Secreto de María».

Por Saúl Castiblanco

(1) Las citas de esta nota son de João Scognamiglio Clá Dias, EP. O inédito sobre os Evangelhos – V – Comentários aos Evangelhos dominicais – Ano C – Domingos do Advento, Natal, Quaresma e Páscoa. Libreria Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano. 2012.

 

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