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Vivió y murió combatiendo en defensa del bien

Redacción (Jueves, 27-07-2017, Gaudium Press) Aunque hubiese infringido grandes derrotas a los sirios, Judas Macabeo temía que ellos todavía volviesen a atacar Israel. Aprovechando la cesación de las hostilidades, el gran héroe israelí buscó colocarse bajo la protección de Roma.

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Los romanos vencieron a muchos pueblos

Eso ocurrió en 161 a.C., cuando Roma era una república aristocrática. La palabra «aristocracia» proviene del griego «aristo – el mejor» y «kracia – gobierno»; significa, por tanto, gobierno de los mejores. La Roma de la república aristocrática «no era tan grande como la Roma imperial, correspondiente a la de la monarquía plebeya. Esa Roma republicana es incomparablemente más simpática, más limpia y real. No tocó en la decadencia que vino con la Roma imperial.»

La república romana era gobernada por un Senado, con 300 senadores, y dos cónsules renovados anualmente.

Lo que tornó a los romanos famosos fue sobre todo su capacidad militar. Antíoco III, llamado «el Grande», Rey de Siria, el cual «había marchado contra ellos con 120 elefantes, caballería, autos de guerra y numerosísima infantería, fue por ellos desbaratado», en la batalla de Magnesia, en 190 a. C.

«Los romanos lo capturaron vivo y determinaron que él y sus sucesores les pagarían un pesado tributo, además de él tener que entregar rehenes para cumplir lo establecido» (I Mac 8, 6-7). Dos de sus hijos, que posteriormente se tornaron reyes, Antíoco Epífanes y Demetrio, habían quedado en Roma, como rehenes. Consiguieron los romanos vencer a Grecia y muchos otros pueblos.

Pacto de Judas Macabeo con los romanos

Judas Macabeo envió a dos emisarios a Roma, los cuales fueron recibidos en el Senado. Hicieron ellos un discurso, durante el cual expusieron el deseo de firmar un pacto de amistad y colaboración con los romanos.

Explica el gran exegeta Padre Fillion que Judas solo conocía el lado bueno de los romanos (cf. I Mac 8, 1-16), y no sospechaba el modo por el cual ellos pisoteaban poco a poco los derechos de sus aliados, ni de la perfidia con que se aprovechaban de las menores ocasiones para privarlos de toda libertad. De hecho, ese pacto «no fue tan ventajoso para Judas cuanto su heroica confianza en Dios.»

Los senadores concordaron en firmar un pacto de amistad, cuyo texto fue grabado en placas de bronce (cf. I Mac 8, 17-32). Era una alianza ofensiva y defensiva. Si los romanos fuesen atacados, los judíos les darían auxilio; si estos sufriesen agresiones, los romanos vendrían a ayudarlos (cf. I Mac 8, 24-28).

Con apenas 800 hombres, Macabeo enfrenta ejército de 22.000 soldados

Roma envió el texto de esa alianza a Demetrio I, Rey de Siria. Pero, antes que tal documento llegase a su destino, ese enemigo acérrimo de los israelíes mandó de nuevo Báquides y Alcimo – que era judío e hizo nefandas maniobras para conseguir el cargo de sumo sacerdote – para invadir Judea, con un ejército de 22.000 hombres.

Con apenas 3.000 guerreros, Judas Macabeo fue a enfrentarlos. Pero muchos quedaron con miedo y desertaron, restando tan solamente 800 hombres. Y esos quisieron derrocarlo, diciendo que deberían salvar sus vidas y después volver con más soldados para trabar la batalla.

Hubo una «especie de pánico como nunca se había visto entre las tropas de Judas, habituadas a luchar sin temor contra fuerzas muy superiores en número».

El heroico Judas respondió: «¡Lejos de nosotros, huir de ellos! ¡Si llegó nuestra hora, muramos corajudamente!» (I Mac 9, 10). Y fiel a su táctica de ser el primero en atacar a los adversarios, él partió para el enfrentamiento.

Morte de Judas Macabeo

Los enemigos avanzaron al son de las trompetas, y los soldados de Judas hicieron lo mismo. «La tierra tembló con la confrontación de los dos ejércitos. El combate duró desde la mañana hasta el atardecer» (1 Mac 9,13). «Tal detalle muestra por sí sólo con que heroísmo batallaron esos 800 judíos, pues ellos pudieron resistir durante un día entero a un ejército que les era 27 veces superior en número».

El ejército enemigo estaba dividido en dos alas. «Judas vio que Báquides y la parte más fuerte de su ejército estaban del lado derecho, y con él se reunieron todos los más valientes. El ala derecho fue por ellos desmantelada, y Judas los persiguió hasta el monte Azor. Los del ala izquierda, cuando vieron el ala derecha destrozada, fueron al encuentro de Judas y sus compañeros, atacándolos por las espaldas.

«La batalla se tornó aún más reñida, y de ambos lados hubo muchas bajas. También Judas sucumbió, y los otros huyeron» (1 Mac 9, 14-18)

«Así gloriosamente terminó sus días Judas Macabeo, héroe verdaderamente grande, por sus estupendos hechos y por los altos fines porque fueron ellos emprendidos, Vivió y murió combatiendo por la Religión y por la patria».

Que del Cielo donde se encuentra, Judas Macabeo interceda por nosotros junto a la Virgen, para que Ella nos obtenga la gracia de la combatividad invencible en defensa de la Santa Iglesia contra aquellos que pretendan destruirla.

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» – 120)
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1 – Cf. SILVEIRA BUENO, Francisco da. Grande dicionário etimológico-prosódico da língua portuguesa. São Paulo: Saraiva. 1965, v. 1, p. 333.
2 – CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. A produção em série e a artesanal. In Revista Dr. Plinio, São Paulo. Ano XX, n. 229, abril 2017, p. 18.
3 – Cf. FILLION, Louis-Claude. La Sainte Bible commentée – Le premier Livre des Machabées. 3. ed. Paris: Letouzey et aîné.1923, p. 713.
4 FILLION, op. cit. p. 717.
5 – Idem, ibidem, p. 721.
6 – Idem, ibidem, p. 722.
7 – SÃO JOÃO BOSCO. História Sagrada. 10 ed. São Paulo: Salesiana, 1949, p. 191.

 

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