jueves, 28 de marzo de 2024
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Basílica de Guadalupe acogió Rosario Viviente por México

Ciudad de México (Martes, 10-10-2017, Gaudium Press) El pasado 7 de octubre, con ocasión de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, la Basílica de Guadalupe acogió el tradicional Rosario Viviente, que en esta oportunidad se conmemoró por las necesidades de México. Un numeroso grupo de fieles de la Arquidiócesis de México se congregó en el templo de la «Morenita del Tepeyac», y frente al Santísimo Sacramento, para confiar a Ella sus súplicas:

«Nos reunimos a los pies de Santa María de Guadalupe para presentarle nuestras necesidades y manifestarle nuestro amor y confianza. Nuestra Arquidiócesis pone a los pies de Nuestra Madre del Cielo sus trabajos y eventos pastorales, solicitándole a la Morenita del Tepeyac nos acompañe en nuestro caminar misionero», fue la intención leída al inicio de la oración mariana.

Como solicitud especial, se oró por todos los afectados por los terremotos que azotaron al país el pasado septiembre: «Concede a los hijos que han fallecido por los sismos en nuestro México el descanso eterno, a sus familias el consuelo de tu amor y a todos los que han ayudado con su servicio, la fortaleza del Espíritu Santo».

El Rosario Viviente fue presidido por el Vicario General y Episcopal de la I Zona Pastoral «Santa María de Guadalupe», Florencio Armando Colin, quien acudió a la Basílica en representación al Cardenal Rivera. Al saludar a los presentes, expresó: «A los pies de nuestra Madre del Cielo hemos venido hoy a ofrecerle nuestro ruego a la Madre del Tepeyac para solicitarle interceda por nuestro pueblo mexicano. Pues Ella ha pisado estas tierras, que es la Madre del amor y de la justa esperanza. La Nueva Alborada, la Embajadora Madre, la Inmaculada, hecha flor, rosa fresca (…) la de tez morena quien susurra el mensaje celestial».

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El Rosario Viviente acogió a la comunidad que peregrina en la Arquidiócesis de México durante la fiesta de Nuestra Señor del Rosario / Foto: Basílica de Guadalupe.

Señaló que hoy, más que nunca, la nación mexicana necesita expresar su unidad en la oración y en la esperanza, «como lo ha hecho en días pasados a raíz de los sismos que azotaron a nuestro pueblo y a nuestras ciudades. En donde muchos hombres y mujeres unieron sus brazos para asistir a los hermanos que sufrieron las consecuencias directas de los hechos dolorosos que sufrió nuestra bendita tierra».

Indicó que muchos hermanos mexicanos continúan necesitando de apoyo: «Las heridas no han sanado; están desplazados, sin hogar, ni lugares de trabajo. Han experimentado el dolor y la enfermedad; han sufrido al ver sus hogares derrumbados, o sus lugares de trabajo bajo los escombros, han perdido todo lo que con años de esfuerzo lograron hacer materialmente. Pero lo que no han perdido es la fe y la confianza en Dios y en Nuestra Madre Santa María de Guadalupe».

Al referirse a la labor de reconstrucción que actualmente tiene lugar, señaló que «no todo es material», ya que «es necesario reconstruir sus vidas, sus personas desde la paz que sólo el Señor sabe dar. Reconstruir nuestra persona en los valores, en la integridad de cada uno de nosotros, para salir a dar esperanza y consuelo, servicio y amor, comprometidos con el prójimo, hombro con hombro».

«Que vuelvan a sonreír y a construir el reino de Dios como signo visible de la presencia del Señor en nuestras tierras, en nuestras ciudades», agregó.

También hizo un llamado a estar con las familias, ofreciéndoles aliento, sobre todo aquellas que perdieron un ser querido: «Reconfortemos a las familias que han perdido a un ser querido. Sólo en la fe podemos encontrar una respuesta. Ellos se nos han adelantado, para disfrutar del reino eterno en la contemplación del rostro de Dios para siempre».

Dijo que la oración del Rosario realizada en la Basílica de Guadalupe «nos permita unirnos como pueblo peregrino, que caminamos con Ella a la casa del Padre».

«Querido hermanos. A Nuestra Santísima Madre de Guadalupe le ofrecemos nuestra voz, por los que más necesitan de la oración en nuestro México. Pedimos a Ella que nos acompañe cada día, que nos cubra con su manto, y como dijo a los servidores en las bodas de Caná: ‘hagan lo que Él les diga’. Y haciendo lo que Él nos dice, Nuestro Señor Jesucristo nos llene de bendiciones para seguir adelante», concluyó.

Con información de Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe.

 

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