jueves, 28 de marzo de 2024
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El mundo lleva 100 años ignorando exigencias de Virgen de Fátima, afirma Arzobispo en EEUU

San Francisco (Martes, 10-10-2017, Gaudium Press) El Arzobispo de San Francisco, Estados Unidos, Mons. Salvatore Cordileone consagró la Arquidiócesis de San Francisco al Inmaculado Corazón de María, siguiendo las indicaciones del Mensaje de Fátima en una ceremonia solemne en la Catedral el pasado 07 de octubre. El prelado predicó sobre el mensaje de la Santísima Virgen María a los tres pequeños pastores, el cual calificó como «una llamada a las armas espirituales por la salvación y la paz del mundo».

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Procesión de Nuestra Señora de Fátima realizada antes de la Consagración de San Francisco a la Santísima Virgen. Foto: Arquidiócesis de San Francisco.

El prelado advirtió en su homilía, reproducida por National Catholic Register, la importancia de las apariciones de la Santísima Virgen ocurridas hace 100 años y el riesgo de quedarse en un conocimiento superficial de los hechos. «Es fácil para nosotros distraernos por los elementos sensacionales de la aparición: las predicciones de guerras y desastres, un sol danzante, una visión del infierno. Nos intrigamos fácilmente con esa parte de la historia, tal vez tanto que pasamos por alto todo el sentido de ella, el cual es por supuesto el mensaje mismo», predicó.

Sobre la visión del infierno, el Arzobispo advirtió que muchos de los acontecimientos recientes se asemejan al oscuro panorama revelado a los videntes sobre la condenación eterna: genocidios, guerras, campos de concentración, exterminio de los cristianos, además de otras tragedias como «el ataque en la vida humana inocente», el cual es ejemplificado en la extensión del aborto. «Nuestra propia tierra ha sido regada con la sangre de los niños inocentes en lo que se ha convertido una epidemia mortal que equivale a un genocidio de la vida en el vientre», denunció Mons. Cordileone. Ante las preguntas sobre la realidad que piden explicación para tanta barbarie el prelado respondió «El siglo desde las apariciones de Fátima que ahora termina se burló de Dios, pero Dios no será burlado: no porque Él se deleite en tomar venganza contra nosotros, sino porque darle la espalda a Dios sólo se devuelve contra nosotros, llevándonos a la autodestrucción».

«Entonces volvemos la mirada a Nuestra Señora , porque en la raíz de todo este sufrimiento y devastación está una enfermedad espiritual», indicó el Arzobispo. «Es la enfermedad de retirar a Dios del trono y reemplazarlo con el ‘yo autónomo’, haciendo que el yo sea Dios, creando una realidad propia para sí mismo». Este padecimiento impide reconocer a Jesucristo como «la verdad última y el ícono perfecto del amor». Aunque el hombre ya sabe dónde encontrar a Cristo, en el Sagrario, en los Sacramentos, en la Iglesia, etc., «necesitamos a alguien que nos levante y nos cargue hacia Él, porque somos demasiado débiles para ir nosotros mismos».

Las exigencias ignoradas

Mons. Cordileone afirmó que la humanidad ha ignorado durante 100 años el Mensaje de Fátima. «Talvez no es tanto el mensaje el que ignoramos, porque estamos muy consciente de las advertencias y la historia que resultó», explicó. «En su lugar, son las exigencias las que hemos ignorado. Pero no podemos permitirnos hacerlo más. Tenemos que prestar atención». La obediencia a las indicaciones de la Santísima Virgen es lo que permitiría hacer del siguiente siglo uno radicalmente diferente del anterior. «lo que hacemos hoy no puede ser relegado a ser un evento conmovedor y una memoria agradable en la historia de nuestra Arquidiócesis», exhortó. «Lo que hacemos hoy no es otra cosa que un llamado a las armas: a las armas espirituales. Vivimos en un tiempo y lugar de intensa batalla espiritual, y sólo al tomar las armas espirituales aliviaremos la enfermedad espiritual que está en la raíz de muchos de los sufrimientos físicos y mentales del mundo de hoy. Es la hora de dejar lo sensacional de lado y responder a las exigencias de Nuestra Señora de Fátima».

El «programa de acción» de la Santísima Virgen fue resumido en tres aspectos a los que el Arzobispo invitó a los fieles a comprometerse decididamente: la oración, la penitencia y la adoración. «Nuestra Señora nos ha pedido específicamente orar el Rosario diariamente. Yo pido a cada católico en la Arquidiócesis de San Francisco que, si usted no lo está haciendo ya, rece el Rosario cada día». El prelado destacó la importancia de la Consagración como un hecho que puede «cambiar el curso de la historia en nuestras propias familias y comunidades.

Sobre la penitencia, la segunda exigencia clave del Mensaje de Fátima, Mons. Cordileone afirmó que es «una poderosa arma en nuestro arsenal espiritual que hemos ignorado desastrosamente por demasiado tiempo». Las reformas de la disciplina de la Iglesia no pretendían negar su importancia sino buscar una mayor madurez. «En particular, los viernes son todavía días de penitencia, como siempre lo han sido en la Iglesia», recordó el prelado, quien indicó que la abstinencia de carne puede sustituirse por otra práctica si representa un mayor sacrificio. «Pido a todos los católicos en la Arquidiócesis de San Francisco dedicar el viernes como una día de penitencia en honor del día en que murió nuestro Señor, seleccionando una forma concreta de ayuno corporal para observar en este día». Además de las penitencias, el Arzobispo pidió recurrir al Sacramento de la Penitencia. «No puede haber renacimiento espiritual, y especialmente una reanimación de la devoción eucarística, sin una renovación en nuestra práctica del Sacramento de la Reconciliación».

El tercer componente destacado es la Adoración. «La Adoración que Nuestra Señora pide es para purificarnos de nuestras inclinaciones de adorar los dioses falsos de nuestra sociedad contemporánea, y entregarnos al culto de un solo corazón del único y verdadero Dios», recordó el Arzobispo. La Consagración debe llevar al devoto a una «renovación de nuestro amor por, y devoción a, Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento». Por este motivo pidió a los fieles «dedicar algún tiempo cada semana para orar ante el Santísimo Sacramento», sugiriendo que si no es posible entre semana, hacerlo antes o después de la Eucaristía dominical. También recomendó la práctica de los Cinco Primeros Sábados, pedido por la Madre de Dios y que constan de cinco sábados en que se asiste a la Eucaristía y se ofrece la Comunión por la reparación de los pecados, tras haber acudido a la Confesión sacramental.

El prelado culminó su predicación recordando que la Santísima Virgen expresó una promesa también en su Mensaje de Fátima: «Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará». «Escuchemos su mensaje, cumplamos sus exigencias, para acelerar ese triunfo, ese triunfo que es el de su Hijo sobre la muerte, ya que Ella está inseparablemente vinculada a su Hijo, quien vino para ganarnos la salvación eterna», concluyó. «Su Inmaculado Corazón es la puerta que nos abre la entrada a este triunfo. Es a través de esa puerta que caminamos de la oscuridad del pecado y la muerte a la luz de la verdad y misericordia de Cristo. Ha, del otro lado de esta puerta, un paraíso vasto y glorioso que es el Cielo. Su corazón es la puerta del Cielo».

Con información de National Catholic Register.

 

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