martes, 23 de abril de 2024
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Obispo en EEUU recuerda testimonio familiar de milagro del sol de Fátima

Nueva York (Martes, 17-10-2017, Gaudium Press) Mons. Dominick J. Lagonegro, Obispo auxiliar de Nueva York, Estados Unidos, recordó un llamativo testimonio familiar sobre el célebre milagro de la «danza del sol» en la última de las apariciones de la Santísima Virgen en Fátima, Portugal, el 13 de octubre de 1917. El prelado, quien predicó la homilía por los 100 años de las apariciones en el Santuario Nacional de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Middletown, relató a los fieles cómo un tío y una tía suyos se encontraban en el lugar del portento y dieron testimonio de lo ocurrido múltiples veces a lo largo de su vida.

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Mons. Dominick J. Lagonegro, Obispo auxiliar de Nueva York, Estados Unidos. Foto: Arquidiócesis de Nueva York.

«Éste es mi tío, y ésta es mi tía», aseguró el Obispo auxiliar al mostrar una fotografía de los devotos congregados en el significativo día en Cova de Iría. La pareja se había casado en Estados Unidos pero visitaban a su familia en Portugal y al escuchar lo que sucedía en Fátima decidieron ir personalmente a verlo. «Mi tía insistió en cómo se veía de terrorífico el clima en aquel día», recordó el prelado. «Me dijo que la lluvia seguía cayendo y cayendo, mojándolo todo».

Los testigos avanzaron a través del lodo para llegar al lugar de las apariciones y se encontraban empapados para cuando se ubicaron en el lugar. «Pero cuando los niños (los tres videntes) llegaron, las lluvias se detuvieron, las nubes se abrieron y salió el sol», continuó su relato Mons. Lagonegro. El sol»subía y bajaba y venía y se iba, casi como si estuviera danzando. ¿Quién más si no la Santísima Madre podría hacer bailar el sol?».

En un momento del suceso, el sol pareció acercarse a la tierra. «Mi tía recordaba que se veía como si las ropas de todos estuvieran de color amarillo brillante a causa del sol», agregó. «Continuó cayendo hacia la tierra por algunos minutos y entonces se detuvo». Su tía le manifestó su maravilla por el hecho de que no sólo sus ropas estuvieran secas, sino que el suelo mismo, antes lleno de lodo, estaba seco y firme. «Ella me dijo: ‘Entre más pienso en eso, más l encuentro increíble'», declaró el Obispo.

Mons. Lagonegro concluyó su relato dirigiendo su atención hacia el Mensaje de Fátima, que debe ser atendido también en el presente. «La paz sólo llegará a través de la oración y el sacrificio. Es importante que oremos el Rosario y ofrezcamos actos de penitencia», explicó el prelado. «Yo verdaderamente creo que un día encontraremos paz en nuestro mundo, pero sólo a través de la oración y el sacrificio».

Con información de Crux.

 

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