viernes, 29 de marzo de 2024
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¿La jueza Barrett se convierte en ícono de la mujer americana?

Católica, madre de 7, genio jurídico, es realmente difícil que se obstaculice su ratificación como 9na. Juez suprema de los EE.UU.

Amy Coney Barrett

Redacción (28/09/2020 09:49, Gaudium Press)Conservadora a rajatabla”; “Anti-aborto a ultranza”; “Estaría en riesgo el Obama-Care”; “Devota [entiéndase beata] católica”…

Cierta prensa no sabe qué más decir para intentar impedir que Amy Coney Barrett, la digna dama nominada por Trump, sea ratificada por el senado como la novena juez de la Corte Suprema de los EE.UU., algo que no es menor.

¿Su “pecado”? Varios, para cierta midia que se siente reguladora omnipotente de lo políticamente correcto.

Es católica, pero no de nombre sino a la manera en que debe ser un católico, es decir como se debe ser. Aunque de hecho su figura es poco atacable, se verá más adelante. Pero no faltan los radicales que en sus diatribas revelan su loco sectarismo.

Mamá de 7

Es mamá, pero no de uno, ni de dos, sino de siete, siendo dos de ellos niños haitianos adoptados, el último de estos recibido en su hogar poco después del terremoto que asoló el país caribeño en el año 2010. (No faltó el… – ¿cómo callificarlo? – que preguntó si esos niños no eran víctimas negras subyugadas por una educación impartida por supremacistas blancos…).

Además de lo que ya se comenta, su excelente rol de madre, esposa, “organizadora de fiestas de cumpleaños”, “chofer familiar”, y ahora con la pandemia directores de la escuela Barrett” –, su vida académica y laboral tiene muchos aspectos dignos de relieve.

La hasta antier jueza del Tribunal de Apelaciones del 7mo. Circuito, es también educadora universitaria, y enseñaba en su alma mater, la conocida universidad de Notre Dame en al menos tres áreas: Procedimiento civil, derecho constitucional, hermenéutica, es decir, más que una mente brillante.

Hija de un abogado y una profesora de francés, que criaron con esfuerzo 7 chicos en Nueva Orleans, Amy se educó con hermanas dominicas en su High School para luego alcanzar un Bachelor en Literatura inglesa, antes de encaminarse a la escuela de leyes de Notre-Dame, con una beca completa.

Graduada como primera de su promoción, ya había sido directora ejecutiva de la Notre Dame Law Review.

Apenas sale de la universidad, comienza su ejercicio como asistente del juez Laurence Silberman, en la Corte de Apelaciones para el Distrito Capital, y luego como asistente del juez Antonin Scalia en la Corte Suprema. Sus jefes rápidamente se dieron cuenta que estaban ante una persona de alto quilate, y manifestaron públicamente su estima.

Tras práctica en buffets privados, la jueza Barrett enseña en la escuela de leyes de la Universidad George Washington, antes de regresar a su alma mater, lo que hizo en el año 2002. En el año 2010 fue elegida como profesora titular en esa universidad. Allí ha sido escogida, en tres ocasiones, como “Profesor Distinguido del Año”.

Es creada juez federal

En el 2017 fue nominada también por Trump como Juez del Tribunal de Apelaciones del 7mo. Circuito.

Estos jueces deben ser ratificados por el Senado. La intervención de Barrett ante tal cámara en esa ocasión fue memorable, y quienes entonces la conocieron, contemplaron el bello espectáculo de una gran mujer no solo capaz en materias jurídicas, sino también sabiendo capotear con propiedad las ‘trampillas’ que especialmente algunos congresistas demócratas le colocaron en su momento.

Cuando fue cuestionada sobre si su fe no influiría en su ejercicio como juez, su respuesta, llena de matices, no pudo ser más apropiada: “Mi personal afiliación a la Iglesia o mis convicciones religiosas no afectarían mi desempeño como juez”. Después de esa contestación, realmente ‘no quedaba bien’ negar el cargo a alguien solo porque se es católico… Aunque de hecho, una de las cosas que más preocupaba a la senadora Dianne Feinstein sí era la fe, con sus repercusiones en el tema del aborto: “El dogma vive con fuerza dentro de ti, y eso es una preocupación”, dijo Feinstein en la ocasión.

Posteriormente, el interrogatorio al que fue sometida la juez Barrett fue harto criticado incluso por personalidades académicas, y calificado satíricamente como un impropio “test religioso”, de hecho inconstitucional.

Ahora sigue la lucha por la ratificación en el Senado.

Los adversarios de la juez ya dicen que será un hueso duro de roer, teniendo también en vista el equilibrado y emocionante discurso de aceptación de la nominación a la Suprema Corte, en el que la juez Barrett elogió a su predecesora aunque marcó sus diferencias de posición, agradeció con elegancia y expuso sintéticamente los múltiples aspectos de su vida, ratificando lo que para muchos es ya evidente, y es que Amy Coney Barrett está en vías de convertirse en uno de los íconos de las mujeres en los EE.UU. (Gaudium Press / Saúl Castiblanco)

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