sábado, 20 de abril de 2024
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El desánimo por nuestros pecados, las cebollas y un vaso de agua

Decía San Ambrosio que las caídas de un niño nunca van a indignar a un buen padre, por el contrario, lo enternecen y lo impulsan a levantar a su hijo caído y animarlo a continuar.

Vaso de agua 2

Redacción (13/04/2022 15:42, Gaudium Press) Encendí la estufa, puse la olla en el fogón y me disponía a la intrépida labor de cortar las cebollas cuando llegó alguien por detrás y me dijo:

¿Vas a cortar cebolla? Te tengo una clave para que no llores. Coge un vaso con agua, bebe un poco y mantenlo en la boca mientras vas cortando y así no derramarás ni una lágrima.

Le agradecí su consejo, siguió su camino y me quedé pensando en el asunto. De hecho, la cebolla es el único alimento en la faz de la tierra, que sabe hacer llorar a su verdugo…

Cogí el vaso con agua, lo tomé y con el agua en la boca comencé a cortar las cebollas y como por arte de magia, ¡no salía ni una lágrima de mis ojos!

Mientras cortaba, me vino a la cabeza un pensamiento singular: Muchas veces, cuando hacemos una pausa en nuestro camino espiritual y hacemos un atento Examen de Conciencia nos asustamos al ver nuestras faltas y pecados pasados, nos abate la tristeza y el desánimo, y nuestra alma llora como al cortar cebollas. Ese es el momento propicio, la circunstancia ideal que espera el demonio para derrumbar las murallas de nuestra fortaleza interior, dominar el castillo de nuestro corazón y con el desánimo llevarnos al desespero.

Y pensé, debe existir en algún lado ese “vaso de agua” que evita que caigamos en el desánimo al contemplar nuestras faltas. ¿Dónde encontrarlo?

Y me acordé que justamente días atrás había leído en un libro del gran maestro de vida espiritual San Alfonso Rodríguez SJ, tres consejos para enfrentar ese desánimo que puede llegar a atormentar nuestra alma. Aquí van:

1. Dios permite ese desánimo para que nos demos cuenta que somos débiles, y más débiles de los que pensamos, y que las fuerzas en nuestra vida espiritual sólo provienen de su Gracia.

2. Nos aconseja además que si estamos siendo abatidos por la tristeza y el desánimo debemos acudir a la oración, como lo dice el Apóstol Santiago: “Si alguien está afligido que acuda a la oración” (St 5, 13). Si el conversar con un amigo muchas veces nos levanta el ánimo ¿Qué no decir de conversar con Dios Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, en una iglesia, en un oratorio, o inclusive en el interior de nuestra alma?

3. También nos recomienda que el mejor remedio para desterrar por completo de nuestras vidas el desánimo por nuestras culpas pasadas es vivir según la ley de Dios, cumpliendo con todo lo que debemos hacer según nuestro estado de vida y huyendo de las ocasiones que nos llevan a pecar.

Y concluye con una imagen conmovedora tomada de San Ambrosio: Decía el santo de Milán que las caídas de un niño nunca van a indignar a un buen padre, por el contrario, lo enternecen y lo impulsan a levantar a su hijo caído y animarlo a continuar. Si esto es así con un padre terreno ¿Cuánto más no hará Dios por un hijo suyo que cae en el pecado, cualquiera que este sea?

Y habiendo terminado de cortar las cebollas, pasé el agua y me dispuse a cortar los tomates…

Por Guillermo Torres Bauer

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