jueves, 28 de marzo de 2024
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El gran secreto del Espíritu Santo: la Virgen María

María Santísima, complemento de Dios Uno y Trino

Nuestra Señora2

Redacción (03/05/2020 12:26, Gaudium Press) Es un ‘secreto’ el que Dios nos tiene reservado para estos tiempos. Un grandísimo secreto.

Ya lo decía San Luis de Montfort, cuando plasmaba sus pensamientos en su magna obra, El Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen: “El corazón me ha dictado cuanto acabo de escribir con alegría particular para demostrar que la excelsa María ha permanecido hasta ahora desconocida y que ésta es una de las razones de que Jesucristo no sea todavía conocido como debe serlo. De suerte que si el conocimiento y reinado de Jesucristo han de dilatarse en el mundo como ciertamente sucederá, esto acontecerá como consecuencia necesaria del conocimiento y reinado de la Santísima Virgen, quien lo trajo al mundo la primera vez y lo hará resplandecer, la segunda”.

La Virgen ha estado – en el pensamiento del santo – oculta, en el sentido de que no se la conoce por entero, pero se siente aquí, allá, y más allá, que muchos quieren conocerla cada vez más, profundizar en sus misterios, y que Dios quiere glorificarla.

Grandes tiempos vienen

Y eso es señal de grandes tiempos, como lo afirma el propio San Luis, también en el Tratado:

De siglo en siglo, pero de modo especial hacia el fin del mundo, todos los ricos del pueblo suplicarán tu rostro (cfr. Sal. 45, 13). San Bernardo comenta así estas palabras del Espíritu Santo: los mayores santos, las personas más ricas en gracia y virtud son los más asiduos en rogar a la Santísima Virgen y contemplarla siempre como el modelo perfecto a imita y la ayuda eficaz que les debe socorrer. He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el fin del mundo, y muy pronto, porque el Altísimo y su Santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos.

Estos grandes santos, llenos de gracia y dinamismo, serán escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos, que bramarán por todas partes. Tendrán una excepcional devoción de la Santísima Virgen, quien les esclarecerá con su luz, les alimentará con su leche, les sostendrá con su brazo y les protegerá, de suerte que combatirán con una mano y construirán con la otra. Con una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los herejes con sus herejías, a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus idolatrías y a los pecadores con sus impiedades. Con la otra edificarán el templo del verdadero Salomón y la mística ciudad de Dios, es decir, la Santísima Virgen, llamada precisamente por los Padres, Templo de Salomón y Ciudad de Dios”.

María Virgen, Complemento de Dios

Dios quiere actuar con María, en María, por María, desde que esta obra perfecta de la Creación vino al mundo. Ella es complemento querido por Dios y eficacísimo para que Dios haga su obra.

Miremos cómo lo dice el P. Cueva:

Tantas y tan altas maravillas de la divina maternidad han sugerido a los autores sagrados el atrevido aserto de que María es como el complemento de la Santísima Trinidad. No es en el sentido de que llene un vacío esencial: Dios es la perfección infinita y no necesita aditamento alguno. Con todo, bien puede sostenerse que la Virgen Santísima es complemento extrínseco y accidental de la Trinidad. Por su maternidad, en efecto, origina relaciones nuevas entre las personas divinas fuera de la Trinidad (ad extra).

El Padre adquiere sobre el Hijo, hecho hombre, una autoridad en cierto modo nueva, ya que el Hijo se convierte en siervo. El Hijo, a su vez, recibe una existencia temporal y se hace medianero entre cielos y tierra. El Espíritu Santo manifiesta una fecundidad de que carecía en las operaciones íntimas de la Trinidad.

María puede considerarse también como complemento de la Santísima Trinidad en cuanto que revela eminentemente los atributos y perfecciones divinas. La prestancia sobrenatural de la Virgen María parece como que ha obligado a Dios al despliegue total de su sabiduría, bondad y poder. En suma, la Santísima Virgen constituye la cuarta persona por orden de dignidad, después de las tres personas divinas”. 1

Nuestra Señora

Siguiendo el ejemplo de Jesús

La Esclavitud Mariana propuesta por el sabio de Montfort, no es otra cosa sino la entrega total a la Virgen, a imitación de Jesucristo, que estuvo 9 meses completamente ‘esclavo’ en su seno bendito.

Y allí, místicamente en el seno de Nuestra Señora, enteramente dependientes de Ella, Dios comenzará a operar maravillas en sus devotos, como las de esa acción magnífica sabia, bondadosa y poderosa de la que ha tratado arriba el P. Cueva. Así lo expresa San Luis María:

En prueba de la dependencia en que debemos vivir respecto a la Santísima Virgen, recuerda cuanto hemos dicho al aducir el ejemplo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos ofrecen de dicha dependencia. El Padre no dio ni da a su Hijo sino por medio de María, no se forma hijos adoptivos ni comunica sus gracias sino por Ella. Dios Hijo se hizo hombre para todos solamente por medio de María, no se forma ni nace cada día en las almas sino por Ella en unión con el Espíritu Santo, ni comunica sus méritos y virtudes sino por Ella. El Espíritu Santo no formó a Jesucristo sino por María y sólo por Ella forma a los miembros de su Cuerpo Místico y reparte sus dones y virtudes. Después de tantos y tan apremiantes ejemplos de la Santísima Trinidad, ¿podremos acaso, a no ser que estemos completamente ciegos, prescindir de María, no consagrarnos ni someternos a Ella para ir a Dios y sacrificarnos a Él?”.

Pero no sólo la Virgen seguirá formando otros ‘Cristos’ junto con el Espíritu Santo en el espíritu de sus esclavos, sino que la gran devoción y entrega absoluta a la Virgen que se va percibiendo en diferentes lugares, promete que esta sea una gigantesca acción de Dios a través de la Virgen Purísima:

Dios Espíritu Santo, que es estéril en Dios es decir, no produce otra persona divina en la Divinidad se hizo fecundo por María, su Esposa. Con Ella, en Ella y de Ella produjo su obra maestra, que es un Dios hecho hombre, y produce todos los días hasta el fin del mundo a los predestinados y miembros de esta Cabeza adorable.

Por ello, cuanto más encuentra a María, su querida e indisoluble Esposa, en una alma, tanto más poderoso y dinámico se muestra para producir a Jesucristo en esa alma y a ésta en Jesucristo”.

Entregarse totalmente a Ella, vivir en Ella

La operación de Dios al interior del alma se encuentra proporcionada a la entrega que el esclavo hace a la Virgen:

Viendo que te has entregado totalmente a Ella para honrarla y servirla y te has despojado de cuanto más amas para adornarla, se entrega también plena y totalmente a ti. Hace que te abismes en el piélago de sus gracias, te adorna con sus méritos, te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor, te comunica sus virtudes: su humildad, su fe, su pureza, etc., se constituye en tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús. Por último, dado que como consagrado perteneces totalmente a María, también Ella te pertenece en plenitud”.

Maravilloso, ella se da plenamente al que se entrega enteramente a Ella; y ese darse de la Virgen, ya hemos visto, es un darse de Dios.

Por eso ella es el gran secreto de Dios para los hombres, pues cuando el devoto se hace esclavo amoroso de la Virgen ya nada le pertenece, pero perteneciéndole todo a la Virgen, Dios lo recibe como el máximo presente, lo recompensa como el generosísimo Señor que es, y su mayor recompensa sigue siendo Él mismo, como lo prometió estando en esta Tierra. Y en la medida en que nos damos a Dios por medio de Ella, Dios se nos da más a nosotros.

Por Saúl Castiblanco

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1 Bernardo Cueva, S.M. Doctrina y vida marianas (Madrid 1953) n. 99 In Antonio Royo Marín O.P. Teología de la Caridad. BAC 2da Ed. Madrid 1963 pp. 279-280

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