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Cada don del Espíritu Santo es para la santificación de los bautizados. Hay que aprovecharlos en momentos de dificultad, como la crisis que enfrenta hoy el mundo.
Foto: Il Ragazzo por Cathopic.
Redacción (02/06/2020 10:46, Gaudium Press) El Evangelio de Juan, proclamado en la fiesta de Pentecostés, que la Iglesia conemoró el 31 de mayo, muestra cómo los disípulos, confinados por miedo a los judíos, reciben la paz de Nuestro Señor, y con ella al Espíriu Santo:
“Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se econtraban los discipulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros’. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío’. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’”.
Así, como ocurrió con los discípulos, ocurre actualmente. El mundo se halla confinado debido a la pandemia, atravesando sinnúmero de dificultades, pero no hay nada que temer porque el Espíritu de Dios se sigue manifestando a través de sus siete dones.
¿Cómo ayudan los dones del Espíritu Santo en tiempos de dificultad?
El padre Sergio G. Román en artículo publicado por Desde la Fe -medio de comunicación de la Arquidiócesis de México- señala que aquel confinamiento que vivieron los discípulos antes de que se les presentara Jesús, “los preparó para recibir el mejor regalo de su Padre Dios y de su hermano Jesús: el Espíritu Santo, que llegó a sus vidas ruidosamente, luminosamente, espectacularmente”.
“Dios nos quiere mucho. Jesús es el regalo del Padre. El Espíritu Sano es regalo del Padre y de Jesús”, agrega el presbítero, quien además recuerda:
“El Espíritu Santo, en nuestro Bautismo, nos enriquece con sus siete dones y nos los da de una vez para siempre, todos a la vez, para toda nuestra vida de aquí, y de allá en el cielo”.
Señala que cada uno de los dones son para la santificación y tienen una función importante: “Sirven para dejarnos guiar dócilmente por ese Espíritu que tiene como misión el santificarnos para ir al Padre por el Camino que es Jesús”.
Por eso, como señala el padre Román, “pidámosle a Dios que nos haga conscientes de ellos, y aprovechémoslo en estos momentos difíciles que estamos viviendo a causa de la pandemia de coronavirus”.
La vida es sostenida por los Dones del Espíritu Santo
El Catecismo de la Iglesia Católica, número 1830, señala que la vida moral de los cristianos “está sostenida por los dones del Espíritu Santo”, ya que “son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo”.
De esta manera, los siete dones -que son sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios- “pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas”, como prosigue el Catecismo”.
De ahí que tal docilidad al Espíritu Santo y sus dones se manifiesten también por medio de los frutos del Espíritu, que son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
Ver también:
De la redacción de Gaudium Press, con información de Desde la Fe.
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